Ana María Argüelles
Edición Impresa | 3 de Julio de 2018 | 04:16

A los 77 años falleció Ana María Argüelles, una vecina platense de extensa raigambre en la Ciudad. Su repentino deceso provocó numerosas muestras de pesar entre quienes la conocieron y apreciaron por su don de gentes y bondad.
Ani, como la llamaban sus allegados, había nacido en La Plata, el 3 de septiembre de 1940, en el seno del hogar conformado por Edelma Villa Abrille y Mario Argüelles; creció junto a su hermana Silvia.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Inmaculada; al poco tiempo de completar su formación, contrajo enlace con Miguel Angel Llorens, un reconocido abogado platense con el que forjó las bases de una gran familia. El proyecto personal creció con los nacimientos de sus cinco hijos: Miguel, Ana María, Federico, Paula y Bartolomé. Los años le dieron la alegría de convertirse en abuela de 14 nietos.
La casa de diagonal 77 y 42, que había pertenecido a sus padres, fue hasta el último de sus días el centro de esa numerosa familia; fue el territorio amigable, ese espacio en el que se encargó de que todo funcionara a la perfección para que los suyos crecieran y se desarrollaran. También fue el lugar convocante para los amigos de sus hijos y, cuando estos crecieron, el de sus nueras, yernos y nietos.
El hogar lo constituyó todo para Ana María, fue una madre pendiente de las necesidades y formación de cada uno de sus hijos, pero también se dedicó a acompañar y apoyar la carrera profesional de su esposo que se jubiló como juez penal y tuvo una activa participación institucional en el colegio de Abogados de La Plata, donde fue miembro del Tribunal de Disciplina, además integró la Asociación de Magistrados.
La pérdida de su esposo, ocurrida en 2016, fue para ella un terrible golpe; si bien tanto sus hijos como sus nietos se encargaron de estar presentes en su cotidianeidad y ella se mostraba feliz y con proyectos, nunca terminó de aceptar la ausencia del gran amor y compañero de su vida.
Sus hijos remarcaron el mensaje que siempre les inculcó, el de ser feliz con las cosas simples de la vida. Y mantuvo inalterable el vínculo con sus amigas de la niñez y de la adolescencia, a las que veía con periodicidad.
Ani fue una mujer sencilla, femenina, amable y cálida, virtudes por las que trascenderá en el recuerdo de quienes la conocieron y amaron.
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