Mecha Castañeda cumplió 108 años y se apunta como la mujer más longeva de la Provincia

Vital, conduce su casa de Brandsen con mano firme y es una genial anfitriona. Prefiere los proyectos a los recuerdos

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Junto a familiares y amigos, Mecha Castañeda cumplió 108 años y lo festejó en Brandsen, en la casa de la calle Ferrari que ocupa desde hace 83 años y que ella aún conduce con mano firme. Impecable en su salud física y mental, la mujer más longeva de la ciudad vecina, está batiendo, es muy posible también, el récord de edad entre los bonaerenses.

En la casa donde se radicó al mudarse desde La Plata junto a su marido Alejandro -un médico que fue a Brandsen a cubrir una suplencia y se quedó para siempre-, crecieron sus cinco hijos. Ese hogar es la “sede central” de un familión que se reencuentra para agasajarla. Desde Córdoba, Tierra del Fuego, Bariloche y Montevideo llegaron Castañeda para decir presente en este cumpleaños. Ella, como le gusta hacerlo, canturreó algunos tangos, brindó con champagne, apagó la velita, se codeó con hijos, nietos y bisnietos. Todo sin lagrimear ni ceder a la nostalgia. Mecha volvió a ser la anfitriona impagable, lúcida y alegre, de otra fiesta ruidosa y agradecida.

Platense y pincharrata de ley, no abandona el fútbol, las palabras cruzadas ni los juegos de cartas. Al cumplir 108 le dijeron que quizá sea la mujer más longeva de la Provincia. Ella lo único que quiere es poder seguir festejando.

Ese rasgo de vitalidad que la caracteriza la ha impulsado a votar, por caso, hasta en la última elección presidencial, cuando ya había pasado, por mucho, el siglo de vida y podía optar por quedarse en su casa y no acudir al cuarto oscuro.

Mecha es la afiliada radical más antigua de la Provincia y esa marca le valió, un par de años atrás, la visita en su casa de Ricardo Alfonsín. El líder de la UCR le entregó un reconocimiento a su historia en el padrón partidario y compartió con ella un té y una charla bien amena.

Dueña de una personalidad que no expresa quejas ni reproches y que prefiere los proyectos a los recuerdos, no se priva de esos platos que la deleitan. Y es que, sin restricciones médicas, se da todos los gustos. “Muy dulcera”, según la describen sus familiares, uno de sus postres preferidos es el imperial que elaboran en una clásica confitería platense y que uno de sus hijos, que vive en esta ciudad, le lleva cada vez que la visita en Brandsen.

“Con mis hermanos no recordamos un día -remarca su hijo Alejandro- que haya estado en cama por algún dolor o molestia. Jamás se enfermó”.

 

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