Un terremoto que podría ser un cataclismo

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Se llama Oscar Centeno, es sargento retirado del Ejército y durante años fue también el chofer encargado de llevar a de un lugar a otro de la ciudad de Buenos Aires a Roberto Baratta, mano derecha del ex ministro Julio De Vido.

Durante años escribió prolijamente en ocho cuadernos la “bitácora de la corrupción y de las coimas” que salieron a la luz esta semana y desataron el terremoto político y empresarial más serio del que se tenga recuerdo en la historia moderna del país.

Fue un medio -en este caso La Nación- el que reveló la que hasta el momento es la noticia del año. Por primera vez, y por obra y gracia de un remisero, aquello de la “matriz política para el enriquecimiento” tantas veces denunciada y nunca probada, comenzó a verse corporizada con cifras -en dólares, obviamente- vergonzosas, fechas, horas, lugares, direcciones y nombres y apellidos.

También por primera vez el fantasma de la corrupción alcanza a políticos y empresarios. No hay antecedentes de tantos hombres pesados del mundo de los negocios encerrados, todos al mismo tiempo, acusados de pagar coimas.

Entre ellos, al menos hasta ayer, ya había uno dispuesto a colaborar con la Justicia, a transformarse en “arrepentido”.

Si tal ofrecimiento se concreta, el terremoto puede transformarse en cataclismo. Todo acusado para acceder al beneficio judicial del arrepentimiento tiene que cumplir, al menos, con dos requisitos: que la información que ofrezca sea da valor y que incrimine a quienes estaban por encima suyo en la escala jerárquica.

Juan Carlos de Goycoechea, ex hombre fuerte de la constructora Isoloux ya dio el primer paso en ese camino. Apuntó directamente contra Julio de Vido, ex ministro de Planificación del gobierno K. “Desde planificación había aprietes para aportar a las campañas”, había confesado ante el fiscal Stornelli.

“Las campañas”, se entiende, eran las del kirchnerismo. Y Bonadio ya insistió con el pedido de desafuero de la senadora Cristina Kirchner y el pedido de allanamiento de sus propiedades. Juez y fiscal sostienen que Néstor y Cristina fueron los jefes de esa asociación ilícita recaudatoria. Ahora deberán probarlo.

Desde mañana otros hombres de negocios podrían seguir el camino de De Goycoechea, a menos que los barones del particular “club de la obra pública”- al que también pertenecen personajes cercanos al presidente Macri- decidan que el silencio y la cárcel son más interesantes que la confesión.

Y todo esto, por culpa de un remisero escribidor.

 

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