Los barrabravas ya no delinquen sólo en los estadios de fútbol
Edición Impresa | 28 de Septiembre de 2018 | 02:07

Hace ya muchos años que desde esta columna se viene alertando sobre el fenómeno de los barrabravas y, junto a esos llamados de atención, reclamando para que el fútbol argentino se depure y no permita que se utilice a ese deporte como pretexto para cometer todo tipo de delitos y tropelías.
Ahora acaba de conocerse que hinchas del club Laferrere habían montado con “colegas” colombianos un denominado “cartel de barras”, con el cual se dedicaban a vender al por mayor en La Matanza droga que conseguían a través de hinchas del Club Atlético Nacional de Medellín. Se trata de un caso más, demostrativo de que los barrabravas extienden desde hace tiempo su accionar afuera de los estadios.
Tal como se informó en este diario, la pesquisa, que duró más de cuatro meses e incluyó un capítulo en el Mundial de Rusia, terminó con 28 allanamientos y 15 detenidos, entre ellos el presunto jefe de la banda, bautizada como “El Cartel de las barras”. El acusado es colombiano, integraba la hinchada de Atlético Nacional y por estos días se hospedaba en la casa de uno de los líderes de la barra del Club Deportivo Laferrere.
A su vez, en estas horas se avanzó también en la investigación en nuestra ciudad del llamado caso de la Megabanda.
Como se sabe, fuerzas de seguridad federales allanaron en las últimas horas domicilios particulares y boliches vinculados a la noche platense, en la causa por la que se encuentran detenidos un ex juez de Garantías platense, un señalado como operador de la Justicia, ex comisarios y, también, ex barrabravas de Gimnasia y Estudiantes. Desde luego, que no se agotan en estas dos causas, las presencias de barrabravas en causas judiciales abiertas por distintos delitos.
Sin perjuicio de reclamar que la Justicia esclarezca estos episodios tan penosos y haga caer sobre los responsables las condenas que la ley dispone, es verdad también que todo el universo del fútbol argentino se encuentra obligado a depurarse en profundidad, impidiendo a todo trance que este deporte tan popular sea utilizado como disparador o excusa para cometer delitos.
Hace apenas unos días también resultó detenido un supuesto jefe de la barra brava de Gimnasia, acusado de proferir amenazas de muerte a un funcionario provincial a través de las redes sociales. El acusado, vale remarcarlo, fue liberado apenas unos días más tarde.
Se ha dicho también en esta columna que el fútbol de nuestro país no puede resignarse a convivir con personas que cultivan el delito como modo de vida. Por cierto, debiera preocupar el progresivo poder que vinieron cobrando los barrabravas. Parece llegada la hora, sobradamente, para que los expertos en estas cuestiones encuentren fórmulas –aplicadas con éxito en muchos países- no sólo para evitar la presencia en los estadios de estos delincuentes, sino para cortar de raíz los vínculos que vienen enhebrando con mafias peligrosas que los “contratan” para asesinar, herir, robar y cometer toda serie de delitos y de daños.
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