Jardines de infantes son víctimas de las amenazas de bomba
Edición Impresa | 6 de Septiembre de 2018 | 02:13

Pese al evidente hartazgo social que inspira ese fenómeno tan digno de repudio, como lo son las amenazas de bombas a escuelas de nuestra zona -y también al hecho de que los poderes públicos han desplegado acciones que en principio parecieron ser efectivas- la situación parece haber llegado ahora a un punto límite, ante las amenazas sufridas por el jardín de infantes del Normal 1, cuyos pequeños concurrentes debieron ser desalojados por las intimidaciones, sacados de sus aulas y trasladados al Centro Cultural Malvinas ubicado a varias cuadras.
Según se informó, tras la llamada amenazante y la aplicación del protocolo de seguridad, los alumnos del nivel inicial tuvieron que ser llevados por los maestros a la plaza Islas Malvinas, tal como viene ocurriendo desde hace casi tres meses para evitar que queden a la intemperie.
Asimismo, se reseñó que existe preocupación entre madres y padres debido al riesgo que representa para los chiquitos caminar tantas cuadras todos los días. Mientras tanto los chicos de primaria y secundaria aguardan en las inmediaciones del colegio y generalmente eligen la escalinata de la Catedral como espacio de espera hasta que finalizan las inspecciones de la brigada de explosivos de la Policía bonaerense.
Otro de los puntos críticos por esta problemática es Berisso, donde a diario entre todos los establecimientos de la ciudad anotan decenas de intimidaciones. Ahora, desde donde consignaron una nueva amenaza fue en la Media 1, de 10 y 169. Además, volvieron a reiterarse amenazas en los secundarios privados Sagrado Corazón, de diagonal 73 y 58, y Misericordia, de 4 y 44.
A grandes rasgos debe insistirse en que las autoridades educativas y policiales, así como las comunidades educativas, no deben ceder un ápice en la lucha contra este inexplicable flagelo, seguramente instigado por personas a quienes lo que menos les interesa es la capacitación y formación de los alumnos.
Cabe recordar que las amenazas de bomba activan automáticamente las alarmas en bomberos y hospitales, donde se disponen de inmediato medidas para eventuales emergencias. Los autores de estos llamados anónimos debieran cobrar conciencia de los trastornos que causan y los temores que desencadenan, hasta que finalmente, en cada uno de los casos, se comprueba que tales anuncios fueron falsos.
Está claro que, además de las imprescindibles acciones -bien sea en las áreas educativa, judicial y policial- y de las eventuales sanciones que les correspondan a los autores de estas amenazas, debe existir una fuerte conciencia social de rechazo a una modalidad tan lamentable y antidemocrática.
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