La ficción se multiplica: los “multiversos”, la última moda del cine y la televisión
Edición Impresa | 13 de Enero de 2019 | 03:56

Probablemente todos vivimos en un universo paralelo. La ciencia todavía intenta comprobar la existencia de múltiples universos existiendo al unísono, pero cómo funcionaría esa noción parece a veces fuera del alcance de la comprensión humana. Sin dudas, la mera posibilidad teórica está fuera del alcance de la comprensión de cualquiera que no haya estudiado física moderna, que todavía lucha por entender como un átomo puede girar en ambas direcciones al mismo tiempo, por qué el gato en la caja está vivo y muerto al mismo tiempo... y qué significa todo esto.
Y sin embargo, el universo cinematográfico y televisivo estadounidense está lleno hoy de universos paralelos, múltiples realidades y un sinfín de dimensiones. Algo que existe hace siglos en la ficción (desde que en 1666 la Duquesa de Newcastle Margaret Cavendish escribiera “The Blazing World”) y hace décadas en la cultura popular (desde los mundos paralelos en el placard hasta “La historia sin fin”), pero que ahora parece estallar en el mainstream, alejarse de aquellas versiones primeras, más lineales (había un mundo paralelo) y explorar las posibilidades que tiene para la narración de ficción la idea de una multiplicidad de realidades conectadas -tomando muchas libertades con la teoría y alejándose en el proceso de la ciencia concreta-.
Las realidades paralelas tienen una larga historia en el cine y la tevé, que refleja el aprendizaje tanto de los creadores como de los espectadores ante lo que implica la existencia de universos múltiples. Series clásicas como “Star Trek”, con su universo espejo, “Doctor Who” o “La dimensión desconocida” jugaron con la noción que luego permeó filmes como “Doce monos” y “Donnie Darko”. “Corre Lola Corre” exploró las posibilidades de narrar una historia en realidades alternativas, sin meterse con la ciencia ficción.
“Fringe” volvió la idea de mundos paralelos el eje de su problemática, comenzando a explorar las implicancias morales del multiverso, algo que retomaría, años después, “Rick y Morty”, donde tras una serie de traumáticas aventuras saltando entre universos, descubriendo la arbitrariedad de toda creencia y la inutilidad de la vida, Morty le dice a su hermana que “nadie existe a propósito, nadie pertenece en ningún lado, todos vamos a morir. Vamos a mirar tele”. ¿Una filosofía extremadamente pesimista o extrañamente optimista y liberadora? Sartre y Camus ya lo discutieron durante el siglo XX.
AL MAINSTREAM
Lo cierto es que de estas ficciones al margen, la idea del multiverso se fue colando lentamente en la ficción “mainstream” hasta llegar a series animadas como “Phineas y Ferb” y “Padre de familia”. En los últimos dos años vimos el estreno de otra serie de alto perfil que basa toda su trama en los mundos paralelos, “Counterpart”, además de las adaptaciones de “El hombre en el castillo” (novela de Philip K. Dick convertida en serie de Amazon) y “La Torre Oscura” (adaptación cinematográfica de la saga literaria de Stephen King). “The OA”, que tuvo su primavera de furor en la tuitósfera, viajó a otra dimensión haciendo yoga y bailando. Y eso sin entrar en los viajes en el tiempo, un tropo utilizado una y otra vez por Hollywood pero que contempla la existencia de una línea temporal base y sus diversas desviaciones debido a la mediación humana en la fábrica del espacio-tiempo, o algo así.
Además, claro, entre 2015 y 2016 el estudio cinematográfico Marvel introdujo infinitas dimensiones gracias a “Doctor Strange” y el universo cuántico gracias a “Ant-Man”. Estos dos conceptos parecen clave para que la factoría siga adelante aún cuando sus estrellas dejen sus personajes: en universos infinitos, hay infinitos Capitanes América, Thors y demás. No hace falta que Robert Downey Jr. continúe, así, siendo Tony Stark... aunque habrá que ver si el público aprueba este potencial “pase de batón”.
Y mientras Marvel introducía la idea a fuego lento, Sony, dueña de los derechos de Spider-Man (que es un superhéroe de la comiquera Marvel, pero que el estudio cinematográfico Marvel vendió por porotos cuando enfrentó la quiebra), se zambulló de lleno: “Spider-Man: un nuevo universo”, que se estrenó el jueves, presenta la colisión (producto de un experimento del villano Kingpin) de seis universos con seis Hombres Araña distintos. Uno es un cerdo y otro salió de un universo noir, por ejemplo.
REINICIOS CUÁNTICOS
El éxito de la propuesta, firme candidata al Premio de la Academia a mejor cinta animada, parece reflejar que en 2019, el año en que casi con seguridad los Avengers resetearán su línea de tiempo para devolver a la vida personajes que murieron en “Infinity War”, pero que ya tienen secuelas confirmadas, el público está listo para explorar las posibilidades de la ficción con universos múltiples, lo que implica múltiples acepciones de sus héroes y villanos. De hecho, cuando la noción se introdujo en los comics de Marvel fue justamente una forma de poder contar nuevas historias con los mismos personajes, sin contradecir la línea de tiempo canónica: hacia el mismo experimento parece dirigirse el universo superheroico, en busca de no reventar la burbuja del saturado mercado del cine superheroico.
Si el público mainstream del siglo XXI parece verdaderamente sofisticado y maduro como para aceptar una forma de narración menos lineal, potencialmente rizomática, podría no ser casualidad el desembarco, a principios de año, de “Bandersnatch”, y la aparición de varias ficciones interactivas que buscan llevar la lógica de los videojuegos (que el espectador tenga el control) a la ficción.
“Bandersnatch” introdujo incluso una serie de conceptos metaficcionales, es decir, que hacían alusión a su propia forma, desde un personaje que se vuelve conciente de que el control lo tiene el jugador (metáfora de la vida cotidiana que tantas veces se siente fuera de control, condenada por misteriosas fuerzas que nos exceden) hasta la aparición en escena de la cláusula IF, utilizada en programación para determinar qué ocurre si se toma una u otra decisión, uno u otro camino, casi como un espejo de las posibilidades del átomo de girar en una u otra dirección.
En la ficción interactiva de “Black Mirror”, Charlie Brooker, su creador, explica los potenciales “reinicios” de la trama (tras una mala decisión del jugador/espectador) con la lógica del videojuego (siempre se puede volver atrás, no importa cuántas veces muera Pac Man), aunque uno de sus personajes relata de forma críptica que este “reboot” se debe a que todos existimos en infinitos planos, en infinitas realidades, en infinitas posibilidades.
Brooker finalmente reduce esas posibilidades a cinco finales, y hasta aprovecha para comentar sobre cómo vivimos en un mundo donde aparentemente podemos elegir, interactuar, pero en realidad estamos tomando decisiones inútiles, pero a pesar de este oscuro mensaje “Bandersnatch” fue uno de los eventos más comentados en lo que va del año televisivo.
Es que no hace falta comprender la posibilidad de la existencia de múltiples universos para entender por qué es tan atractiva: todos tenemos lamentos, cosas que desearíamos borrar o hacer diferente, todos nos preguntamos que hubiera ocurrido si hubiera hecho esto o aquello. La existencia de múltiples mundos funciona como una especie de fantasía y hasta de consuelo.
• Durante años, el cine y la tevé introdujeron a fuego lento la noción de universos múltiples en la ficción. Ahora, la audiencia parece estar lista para que, por ejemplo, convivan seis Spider-Man en una película “para toda la familia”.
• La introducción de múltiples universos sirvió a los comics para contar nuevas historias, potencialmente contradictorias con las clásicas, sobre sus personajes de siempre. Y podría ocurrir lo mismo con el cine de superhéroes.
• La existencia de mundos infinitos, de posibilidades infinitas, resulta atractiva para el público porque todos tenemos lamentos y desearíamos hacer las cosas diferentes: alimenta la fantasía del “y si...”
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