El Gobierno se abraza a su sueño con algunas señales que acerca la economía

La paz cambiaria, la baja del riesgo país y el cumplimiento de las metas con el FMI entusiasman al oficialismo. El enigma Lavagna y la postergación de una decisión central

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Por CARLOS BAROLO

El Gobierno pudo cerrar la semana con una mueca de optimismo. Algunos indicadores económicos ayudaron a generar un mejor clima en medio de tanto desasosiego. Por eso, en algunos despachos oficiales casi se festejaba la estabilidad que de a pasitos se va instalando y que parece empezar a dibujar, aunque de forma tenue y muy provisional, un escenario político algo más venturoso para el oficialismo.

Parte de esas mejores sensaciones tienen que ver con el compromiso que la administración de Mauricio Macri logró cumplir con el Fondo Monetario Internacional. La reducción del déficit fiscal de 1,4 puntos respecto de 2017 allanará el camino para que el organismo internacional desembolse en marzo otros 10.800 millones de dólares que despejará el horizonte del programa financiero, estiman cerca del ministro Nicolás Dujovne.

Ese logro supone profundizar el recorte de gastos e impone el enorme el desafío de hacer arrancar la economía para arribar a la otra meta comprometida con el FMI: la de déficit cero para este año.

“En La Casa Rosada se festejó la fuerte baja del riesgo país”

El escenario es por demás complejo. En un año electoral, el nivel del gasto del Estado suele relajarse. Que el país empiece a crecer será entonces un elemento central para compensar esas mayores erogaciones con una suba de la recaudación.

El otro dato que se celebró en la Casa Rosada llegó desde el exterior. La fuerte caída del riesgo país -la sobretasa que paga la Argentina para conseguir financiamiento- pronunció su caída en las últimas semanas: fueron 150 puntos en un mes, luego de los récords de finales del año pasado.

La paz cambiaria cierra el círculo “virtuoso” que describen en despachos oficiales. El dólar exhibe una calma chicha y contribuye de algún modo a apuntalar otras dos metas que se trazó la Casa Rosada: lograr que la inflación se estacione este año en torno de los 23 puntos -diversas consultoras privadas creen que no bajará del 30 por ciento-, y que las tasas profundicen un descenso lento pero sostenido para que reaparezca el crédito y empuje la ansiada recuperación económica.

El entusiasmo oficial subió un par de escalones sobre el final de la semana con un dato político auspicioso para Mauricio Macri. Según una encuesta procesada en los últimos días de diciembre, la imagen positiva del Presidente trepó al 51 por ciento y su intención de voto del 37 por ciento frente al 29 por ciento que recogería Cristina Kirchner.

Pero la firma que realizó el sondeo lanzó la advertencia: Macri podría terminar siendo reelecto siempre y cuando se perciba un atisbo de recuperación económica. O al menos, que 2019 se aleje a la mayor distancia posible de los padecimientos con forma de inflación y recesión que soportan los argentinos desde el año pasado.

“El kirchnerismo dinamitó la posibilidad de un cierre con Lavagna”

POSTERGACIÓN

Acaso esa señales -amplificadas en la Casa Rosada- movieron a adoptar algunas decisiones políticas. Una de las principales fue la postergación de la cumbre de la mesa política del PRO que iba a analizar el pedido de María Eugenia Vidal para adelantar las elecciones en la provincia de Buenos Aires.

El ala macrista liderada por Marco Peña es refractaria a la idea de la Gobernadora. El jefe de Gabinete nacional pretende imponer el criterio de que Vidal y Macri se plebisciten el mismo día. La excusa de la postergación fue seguir monitoreando el escenario político y la marcha del Gobierno antes de decidir.

Peña, al menos, logró ganar tiempo en medio de la arremetida de buena parte de la dirigencia bonaerense de Cambiemos que sustenta el pedido de adelantar los comicios en encuestas propias que muestran que Macri mide 10 puntos menos que Vidal en la Provincia. “Si van juntos, María Eugenia podría ser arrastrada y perder”, analizan. Cristina Kirchner, para mal del oficialismo, anota adhesiones significativas en territorio bonaerense.

¿EL CISNE NEGRO?

En medio de la disputa que parece monopolizada por el oficialismo y la ex presidenta se proyecta la sombra de Roberto Lavagna. ¿Habrá espacio en medio de esa profunda grita para que emerja un candidato que pueda romper esa polarización?

La pregunta encuentra respuesta disímiles. El kirchnerismo, por lo pronto, salió a torpedear la posibilidad de un acuerdo con el ex ministro. Curioso, al menos, para un sector que dice promover la unidad de la oposición.

De paso, y a coro, ensayó una suerte de operativo para plantear que la candidata debe ser Cristina.

El Peronismo Federal, que no logra hacer pie como tercero en discordia, ve a Lavagna como una oportunidad de romper el status quo. Las primeras encuestas que midieron al ex ministro lo ubican en torno de los 15 puntos, todavía lejos de los casi 30 que, se acuerdo a esos sondeos, marcan Cristina y Macri. Por tratarse de un arranque, esos números no estarían nada mal.

Es además el dirigente del espacio que más mide, por encima de lo ya lanzados Sergio Massa, José Manuel Urtubey y Miguel Pichetto.

El desafío, sin embargo, parece enorme. ¿Habrá lugar para Lavagna si, como sueña Cambiemos, la economía logra al menos cierto equilibrio? Ese primer interrogante añade otro: el que plantea si Lavagna estará dispuesto a ir a las Paso contra los otros candidatos de su espacio.

Lavagna se fue del gobierno de Néstor Kirchner en 2005 y fue candidato presidencial en 2007, allá lejos y hace tiempo. Parece natural que una amplia franja de jóvenes no lo conozca. Ese es otro tema a atender en el proceso de instalación que parece haber comenzado el economista.

Todo demasiado incipiente para develar si se está en presencia de un siempre inquietante “cisne negro” capaz de romper con el orden electoral establecido.

 

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