Entre la naturaleza, el poliglotismo, las entrevistas y la pasión por el cine

Edición Impresa

Desde su irrupción en el mundo público como participante del ciclo “Odol Pregunta” en 1968, Claudio María Domínguez se convirtió en su propio personaje, por muchos factores relacionados con su formación cultural y conocimiento de idiomas, pero principalmente por su forma de divulgar y promover la espiritualidad con un lenguaje común, incluso en libros.

Desde aquellos primeros tiempos de nómada televisivo acostumbrado a viajar por el mundo cuando apenas se trajeron al país los equipos de video portátiles, Domínguez trató de huirle a la ciudad, y ahora mismo vive en la costa uruguaya, con uno de sus hijos mayores médico, su esposa y sus dos pequeñas hijas, para regresar a Buenos Aires solo los fines de semana.

“La naturaleza siempre es sanadora. Decía Krishnamurti que cuando todo fracase la naturaleza te sanará. Después de lo de Odol que me lanzó al candelero, siempre busqué irme del cemento. A los 12 ó 13 años después de mi experiencia con Cacho Fontana, y con Alejandro Romay, mi otro gran mentor, yo le pedí hacer notas por el mundo, y pude viajar más que los ricos. Ayudó mucho saber seis idiomas, algo que viene de mis padres que me educaron para ser culto, entonces empecé a ligar los Oscar de Hollywood, los Grammy, los Emmy, también la vida de los lapones y en el Ganges”, repasó.

Entre sus grandes empujones, dijo, ayudaron las entrevistas a famosos que realizó, muchas recordadas: “Cuando soñé con Paul McCartney o García Márquez los entrevisté, lo mismo con Barbra Streisand, Frank Sinatra, Celine Dion, Mel Gibson, Bob Fosse y tantos otros. Fui muy feliz hasta que dije basta y opté por la naturaleza, siempre en la playa, el bosque o el mar. Mis hijos mayores que son médicos nacieron y optaron por la naturaleza y mis dos hijas pequeños comparten conmigo la naturaleza aquí en la costa de Uruguay”.

El cine, en algún momento, también lo apasionó. “El cine fue mi pasión y lo sigue siendo a un nivel de deslumbramiento pero menor en la frecuencia. Viví de eso, fui distribuidor de cine, trajimos películas que nadie se atrevía como ‘Simplemente sangre’, de los hermanos Coen o ‘La ley de la calle’ de Coppola, la trilogía de Pasolini... Fui muy feliz descubriendo autores, fue una parte clave entre mis 20 y 30 años”.

Según dijo, “hoy por hoy mi regalo semanal de dos horas sigue siendo el cine, y ahora si uso la tecnología, pero sin tanta cinefilia como antes. Con el cine coreano de ahora hago agua... Si conozco a Pawel Pawilkowsky, el de ‘Ida’ y ‘Cold War’… Se más de cine que Juan de los Palotes pero ya no soy el cinéfilo de viejos tiempos”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE