Educación y un poco de buena voluntad, ayudarían

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Tan desacostumbrados están los peatones platenses a que se los respete en las calles que, cuando un automovilista les cede el paso, primero dudan y luego, invariablemente, ensayan un gesto o un ademán de agradecimiento. Tal como si la vida les deparara una sorpresa inesperada.

Aquí, entre estas benditas diagonales, la ley de la selva, por ahora, gana por goleada. No importa si quien está por cruzar la calle es una pareja con chicos a cuestas, o arrastrando un carrito con bebé. Pocos, muy pocos, son los que se “dignan” a ceder el paso.

¿Falta educación? Sin lugar a dudas. ¿Se puede revertir esa costumbre? Obviamente. ¿Que se necesita? En principio, educación y la voluntad de aportar un granito de arena que, por imitación, luego irán copiando todos.

No hace falta referirse a las experiencias de países del primer mundo para saber que es posible mejorar la seguridad de todos con un sencillo gesto.

En cualquier comunidad mediana del interior del país al peatón se lo respeta. Aquí nomás, en la ciudad de Buenos Aires se logró avanzar en la cuestión. Sólo es cuestión de ponerse por un instante en el lugar del otro. Y pisar el freno, claro está.

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