El pino de San Martín, un símbolo que los platenses deben cuidar

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El informe publicado ayer en este diario sobre el estado de abandono en que se encuentra el retoño del pino de San Lorenzo, que se encuentra plantado en la plaza que honra a la memoria del general San Martín en nuestra ciudad, permite extraer, por lo pronto, dos conclusiones dominantes: por un lado, la necesidad de respetar todo testimonio que refiera a nuestra historia y, por el otro, simbolizar en ese ejemplar la necesidad de que todo el arbolado público platense reciba un mayor cuidado por parte de las autoridades.

Tal como se detalló, en la cabecera norte de la plaza se encuentra el llamado pino de San Lorenzo, retoño del árbol bajo cuya sombra el Libertador redactó el parte de la histórica victoria que obtuvo en 1813 contra los españoles. Fue sembrado allí en los primeros años de la pasada década del 40, a iniciativa del Club Universitario presidido entonces por el doctor Anselmo Marini, luego gobernador de la Provincia en el período democrático iniciado en 1963. Los socios de la entidad colocaron una placa, robada luego en 2009 por desconocidos, de modo que desde entonces sólo queda el pedestal vacío.

Tal como se destacó, el pino se encuentra en mal estado. Ubicado sobre un cantero circular, a metros del frente de la plaza que da a calle 50, muestra hoy muchas ramas secas, una copa empobrecida y se lo advierte, en forma ostensible, desprovisto de mantenimiento y con la falta de toda señal que lo distinga. Así viene agonizando hace años.

Un conocido especialista en el tema forestal detalló que el último tratamiento serio que recibió el pino fue en 1988, realizándose una serie de hoyos en círculo y en dos líneas en torno al árbol, rellenando las cavidades con mantillo de pino, fosfato de amonio y material orgánico, comprobándose al poco tiempo una evidente mejoría del ejemplar.

A partir de allí la falta de mantenimiento se hizo cada vez más evidente. Los expertos señalaron que sufre de presión lumínica, por la cercana presencia de cipreses más altos ubicados en su cercanía y también de la llamada opresión espacial, por la escasa superficie para la exploración de sus raíces. Sin embargo, esencialmente, se atribuyó su decadencia a la falta de cuidados. Por su parte, otros especialistas pusieron de relieve el valor trascendente de este ejemplar, calificado alguna vez como “un panteón de naturaleza nacional”.

No es el único problema de la plaza San Martín, claro está. En los últimos años el robo de varias placas de bronce que se fueron colocando en el pedestal del monumento al Libertador, en acciones que claramente apuntaron a la obtención de metales para su posterior venta en el mercado clandestino, formó parte de los ataques vandálicos y de la escasa atención prestada por las sucesivas administraciones municipales a ese paseo.

Correspondería, por lo pronto, recordar que en esta plaza, que es de las más céntricas de la capital provincial, se han registrado diversos desmanes y hasta robos a personas que simplemente intentaban cruzarla, originándose a partir de allí insistentes y más que justificados reclamos vecinales. Hace pocos meses debió desplegarse un gran operativo policial debido a que había sido copada por manteros.

Sería deseable, entonces, que el cuidado de bienes y lugares emblemáticos que le pertenecen a todos se convirtiera efectivamente en una preocupación constante de las autoridades responsables. Con mucha más razón cuando –como en el caso del retoño del pino de San Lorenzo- se está hablando de un árbol ciertamente histórico, traído por platenses que quisieron honrar la memoria del prócer principal de nuestra historia.

 

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