Elegir en medio de la crisis económica
Edición Impresa | 27 de Octubre de 2019 | 04:59

Fernando Coradazzi
frcoradazzi@gmail.com
Los argentinos elegimos hoy un nuevo presidente, en medio de un marcado proceso de deterioro económico y con la incertidumbre de lo que puede pasar en los mercados a partir de mañana.
Desde el día después de las primarias del 11 de agosto, las reservas del Banco Central cayeron casi U$S 20 mil millones y la autoridad monetaria desembolsó casi U$S 6.500 millones para intentar controlar al dólar. Además se acumuló una inflación de más del 10 por ciento; la devaluación superó el 25 por ciento y el Producto Bruto Interno cayó un 3,5 por ciento.
Este complicado marco económico puede compararse con dos periodos críticos para la democracia inaugurada en 1983: la elección presidencial de 1989, que culminó con el retiro anticipado de Raúl Alfonsín de la presidencia; y las legislativas de 2001, que inauguraron la crisis social y política que finalizó con la renuncia del presidente Fernando De la Rúa y su dramática salida en helicóptero de la Casa de Gobierno.
Tras estas traumáticas experiencias, nadie se muestra dispuesto a empujar al Presidente actual al vacío. Pero si Mauricio Macri no logra llegar al ballotage y la economía empeora aún más, será clave que se garantice una transición ordenada. No solo por parte de los actores políticos, sino de gremialistas, empresarios y sectores con poder de movilización callejera.
La elección de hoy muestra además un fenómeno que se repite en la historia argentina desde la irrupción del peronismo. Como explicó el politólogo Luis Tonelli: “Lo que reaparece es una división muy bien conocida por los argentinos y a los que se la decretó fenecida erróneamente muchas veces desde la revolución libertadora: la distinción “peronismo-no peronismo”. En las PASO se notó que Alberto Fernández logró concentrar a casi todo el peronismo. Pero el no peronismo se dispersó entre el resto de los candidatos que no son justicialistas. En 2015 el peronismo estaba desunido.
Un tema aparte fueron los dos debates llevados a cabo entre los candidatos presidenciales. Según Andrés Malamud, la razón por la cual tanto Macri como Alberto Fernández no intentaron captar votos de electorados ajenos fue porque “en parte saben que los debates no funcionan de esa manera, no sirven para capturar votos sino para no perder los propios”.
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