Una familia de Ponsati destrozada por el “crimen cobarde” de un chico

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Nicolás Agustín Pérez Gatti (19) tenía una hermana mayor, Eve (22), y a sus dos padres, Leo y Mónica. Todos ellos viven en Villa Ponsati, donde además están su tío Alejandro (51) y su primo Agustín (21), quién también trabajaba en la pizzería “La Italiana” como repartidor. Supo jugar al fútbol en CRIBA y era fanático de Gimnasia.

Su muerte, a manos de autores desconocidos, recuerda al crimen de Narciso González Padilla, el sodero baleado por un delincuente mientras trabajaba en Ringuelet, el 2 de septiembre último.

En el terreno de 121 entre 76 y 77, donde está la casa de Nicolás, Alejandro atendió a EL DIA en medio de una angustia visible.

“Es terrible esto. Era un pibe buenísimo, no tenía maldad para nada”, dijo entre lágrimas.

Nicolás había empezado “hacía dos meses y cuando podía reemplazaba a alguno que no podía ir”, explicó. Por otro lado, aseveró que “le podría haber pasado a mi hijo Agustín, porque llegaron juntos a tomar los dos pedidos que tenían en ese momento. Y a Nico le tocó justo ese”, indicó.

“Ahora estamos esperando que le hagan la autopsia para recuperar el cuerpo y poder velarlo”, contó.

Asimismo, señaló que “esto para él era una changa. Aunque no ganaba mucho, le gustaba. Lo mataron por trabajar”. En tanto, en la esquina de 77 y 121, un grupo de adolescentes se lamentaba en silencio, con la mirada en el suelo. Muchos de ellos conocían a “Bocacha” del barrio. No dudaron en afirmar que “era un pibazo, que no se metía con nadie”. El sábado su vida se acabó, pero ellos prefieren recordarlo “con una pelota en el pie”.

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