La calle larga de la poesía

Por ANDREA ÁLVAREZ MUJICA

Gustavo Grazioli nos habla a todos través de sus poemas, porque da por hecho que ese sentimiento que disparó sus líneas lo tuvo él y lo tuvimos todos, no en un momento coincidente ni detonado por los mismos factores, pero sí palpado de la misma forma; y es el reconocimiento de ese punto de partida en común, el que abre el canal de palabras para que las ideas discurran.

En sus poemas, Gustavo se habla a sí mismo, porque cuando logra parar y escribir el poema, algo que siempre y cada vez resulta excepcional, lo que le sucede es que duda de sus otros yo: del que ejecutó los planes con eficacia y sin embargo no le resultaron satisfactorios y del que se dejó llevar por los impulsos y quedó expuesto a la fragilidad, ambos yo transitaron a ciegas por el ruido de la guerra cotidiana y el vértigo de los días. Y luego Gustavo, en la pausa de la escritura, mientras cuestiona sus pasos y procederes, construye su voz poética.

Los poemas de Gustavo se inscriben dentro de la cultura pop, con sus indudables raíces en los poetas beat, y las ramas directas, descontracturadas y libres crecen en versos con influencias de las letras de rock y en oraciones imbuidas en el diario íntimo, en los cuadernos iniciáticos de todo escritor en proyecto. Con lenguaje bonaerense, cotidiano, salpicado por palabras en inglés, nombres, marcas o empresas, expresiones utilizadas como guiños sintéticos de una cultura global que no es necesario explicar.

Los poemas de Gustavo se inscriben dentro de la cultura pop

Personajes del rock, personajes del barrio, personajes anónimos, héroes vencidos y perdedores sobrevivientes. Gente de los márgenes. Hombres comunes. Mujeres que parten. La soledad. El aburrimiento. El miedo. Noches interminables. Amaneceres culposos. Hastío. Esperanza. Dolor. Promesas traicionadas. Nostalgias. Amistades. Amores perdidos. Finales inciertos. Los poemas de Gustavo van por las calles por las que andamos todos, pero a la vez son peculiares, dan su mirada y hablan de él.