En el reparto del poder, Cristina se afirma en el Congreso

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

El Congreso será, definitivamente, el asentamiento político de Cristina Kirchner. La vicepresidenta electa regresó de Cuba decidida a tomar el poder parlamentario que será vital para el Gobierno que iniciará Alberto Fernández el 10 de diciembre. La designación de Máximo Kirchner como jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados es una prueba contundente de ello.

El hijo de la ex presidenta aún no confirmó su próximo ascenso político, fiel al perfil bajo que tendrá que abandonar en un cargo de mayor exposición. Pero sí lo hizo el actual jefe del bloque kirchnerista en la Cámara baja, Agustín Rossi, a quien Alberto F. le ofreció integrarse a su Gabinete como futuro ministro de Defensa, tal como publicó EL DIA el pasado fin de semana.

Cristina quiere que quede claro que las bancadas del Frente de Todos en el Congreso las controlará ella. Por eso avaló el encumbramiento de Máximo –aunque no reniegue de Rossi, que le fue leal en sus peores momentos- y ahora presiona para que los bloques peronistas se unifiquen y no funcionen bajo el reglamento del interbloque, con bancadas separadas.

En el Senado, la vicepresidenta electa le reclamó a Alberto F. que gestione el acuerdo de los gobernadores del PJ para disolver el bloque peronista que les responde e ellos y subsumirlo con el que hasta ahora se denomina Unidad Ciudadana. El presidente electo le dio rápidamente una señal positiva: invitó al jefe de esa bancada, Carlos Caserio, a sumarse al equipo ejecutivo.

Concretamente, le ofreció el Ministerio de Transporte que no volverá a recaer en manos de Florencio Randazzo, uno de los pocos vetados por la ex presidenta. Como sucederá con Rossi, la del cordobés Caserio sería una elegante salida del Senado para encarar la unificación del bloque. Pero habrá que ver si Alberto F. consigue el visto bueno de los gobernadores.

La relación política de Cristina Kirchner con los mandatarios provinciales del PJ y algunos aliados –como el santiagueño Gerardo Zamora- no es la mejor desde su última presidencia, aunque el diputado Eduardo “Wado” de Pedro, que es mencionado como futuro ministro del Interior, se encargó de acercar posiciones incluso con los más renuentes, como el pampeano Carlos Verna.

En la consolidación de su poder en el Congreso y como figura clave para el andamiaje del próximo gobierno, Cristina empieza por casa: quiere que su secretario Oscar Parrilli sea presidente provisional del Senado –es decir, que se ubique en la línea de sucesión presidencial detrás de ella- y que el formoseño José Mayans encabece la bancada única del FdT.

Si consigue su objetivo, ese bloque reunirá 37 senadores, con lo que desde el 10 de diciembre el oficialismo tendrá quórum propio y podrá sancionar sin concurso opositor las leyes que no requieran de mayorías especiales. La designación de Parrilli le serviría a Cristina para no tener que estar en todas las sesiones, ya que el presidente provisional está habilitado para hacerlo.

En Diputados, la bancada que encabezará Máximo no tendrá mayoría, por lo que el líder de La Cámpora deberá trabajar en sintonía con el próximo titular de la Cámara, Sergio Massa, para sumar el apoyo de otros bloques, entre ellos los diputados que se alinearán con Emilio Monzó –que ayer fue ovacionado en su última sesión como titular del cuerpo- y con bloques provinciales.

El asentamiento del kirchnerismo en el Congreso supone también que el Gabinete nacional será copado por el albertismo y en menor medida por dirigentes afines a Massa, antes que por seguidores de Cristina. El reparto del poder en el Frente de Todos –o lo que es lo mismo, del poder peronista en ciernes- está por estos días en plena etapa de configuración.

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