Otra vez privados de un derecho básico
Edición Impresa | 27 de Noviembre de 2019 | 01:18

María Antonia Luis
Antropóloga
Desde la semana pasada y con características cada vez más graves a partir del día de la fecha, con la suspensión de actividades en el Colegio Normal Nº1 hasta el viernes, la invasión de palomas ha tomado un sesgo, en mi opinión, cuanto menos dudoso. Sin embargo, no dudo de que las palomas son vectores de enfermedades que afectan al ser humano con distinta gravedad. Así, la criptococosis provocada por el hongo Cryptococcus neoformans que se aloja en el excremento y que las personas pueden incorporar por el contacto con los nidos donde hay otros parásitos y piojos de las palomas; o la alveolitis alérgica, por hipersensibilidad a las plumas y al polvo fecal a los que estuviere expuestos continuamente las personas son algunas de las más frecuentes. Hasta aquí, resumidamente ha informado Zoonosis de la Municipalidad. A partir de aquí expongo mis dudas. El Colegio está localizado en el centro geográfico de nuestra ciudad, al igual que el palacio Municipal y la Catedral y rodean a la Plaza Moreno numerosos edificios habitados por muchas personas. Además, a espaldas de la Catedral, sobre la calle 15 hay una escuela privada donde también concurren muchos niños y docentes adultos, potenciales víctimas al igual que los asistentes al Normal Nº1. Sin embargo, no se han articulado medidas preventivas para esa comunidad educativa, ni para los empleados municipales, ni para los vecinos y tampoco para los visitantes que concurren a la Catedral. Una vez más, los asistentes a la Escuela Pública, con el subterfugio de preservar su salud física, son privados de tan básico derecho. Por lo expresado, estimo que se trata de una acción perversa, es decir, que bajo la forma de una acción defensiva, protectora de algunos, en realidad, se disfruta con el perjuicio que a la postre esa comunidad sufrirá. Cicerón diría “hasta cuando abusarás de nuestra paciencia Catilina”; por supuesto, no soy Cicerón, pero me pregunto si también sumisamente aceptaremos la perversidad. ¿Aceptaremos la perversidad de la destrucción de lo Público bajo la hipocresía de su defensa? Porque existe la creencia generalizada de que lo Público no tiene dueño, cuando en realidad lo Público lo sostenemos todos a través de los tributos. Aquí me pregunto también, ¿no nos estaremos convirtiendo en una sociedad perversa?
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