Autoestigma en los trastornos mentales, ¿una realidad?

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Hablar de enfermedades mentales es hablar de estigma. De prejuicios, estereotipos y de rechazo por parte de la población. En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, 10 de octubre, un estudio realizado por el Centro San Juan de Dios, especializado en atención psiquiátrica, muestra que ese estigma no solo está presente en la sociedad, sino también en las personas que sufren este tipo de trastornos y en los profesionales que les tratan.

Para la elaboración de este estudio se ha analizado la visión de un grupo de personas con enfermedades mentales graves de larga duración -sobre todo esquizofrenia y trastornos de la personalidad-, de los profesionales de la salud que les tratan y de un grupo poblacional ajeno a este tipo de trastornos; un total de 200 personas, de las cuales 90 son pacientes.

Juan Jesús Muñoz García, psicólogo y coordinador de Rehabilitación del Área de Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid), es el responsable de este trabajo que muestra que, aunque el estigma está presente en todos los grupos de estudio, donde mayor se aprecia a nivel global es en el de los pacientes.

“Muestran actitudes prejuiciosas, estereotipos e incluso niveles de discriminación mayores hacia la enfermedad mental y las personas afectadas por la misma”, resalta. Los especialistas achacan este comportamiento a la baja conciencia de enfermedad de estas personas, que se niegan a aceptar que sufren este tipo de trastornos para sentirse diferenciados de los otros y poder preservar su identidad.

De ahí que tiendan a rechazar tanto a la enfermedad como a los otros enfermos: “Es una paradoja, la persona necesita decir `yo no soy como ellos, yo no tengo esto´ para sentirse bien, es su forma de garantizarse un `yo sano´”.

Sin embargo, explica Muñoz, esto contribuye negativamente a sus posibilidades de intervención e integración en la sociedad, ya que no les permite identificar los aspectos que deben modificar para tener una vida mejor y normalizada.

En cuanto a los profesionales que les tratan, también se han detectado actitudes vinculadas a una visión negativa de las personas afectadas por estas enfermedades mentales aunque, como explica el psicólogo, “no en el sentido de rechazarles, sino en el sentido de creer que la enfermedad les afecta y les limita más de lo que pueda hacerlo en realidad. Se dejan invadir por una especie de pesimismo que hace que no confíen mucho en el resultado de los tratamientos”.

A niveles generales, el estudio elaborado por el Centro San Juan de Dios muestra que la población sigue presentando unos niveles muy altos de estigma. “Este tipo de enfermedades son vistas de forma muy negativa, la gente cree que los afectados tienen muchas más dificultades de convivencia de las que pueden tener realmente, no creen en sus posibilidades de incorporación a la sociedad”, dice.

 

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