Fueron a un asado, una banda se metió en su casa y se tiroteó con ex policía que vive al lado
Edición Impresa | 23 de Diciembre de 2019 | 02:18

“Fueron entre 14 y 15 disparos”, dijo Cristian, hablando del tiroteo que antenoche se desarrolló en su casa de Arturo Seguí mientras él y su familia disfrutaban de un asado de fin de año en Los Porteños, en City Bell. Lo protagonizaron los cuatro delincuentes que se metieron en su propiedad y un vecino que descubrió la maniobra justo a tiempo y les dio la voz de alto: es que es un ex comisario que logró poner en fuga a los intrusos, aparentemente, sin que nadie saliera herido.
La banda, que irrumpió en la vivienda preparada para reducir a quien estuviera allí, escapó con “unas pocas cosas de oro, una notebook” y algunos elementos pequeños que manotearon a las apuradas, confió el muchacho.
Dejaron a su paso los restos del vidrio laminado del ventanal por el que se metieron, además de un revólver calibre 32 con la numeración limada y tres balas que se les habría caído cuando intentaban sustraer un televisor, explicó el damnificado.
La fiscal Ana Medina ordenó secuestrarlo, igual que a la pistola 9 milímetros del vecino ex comisario, se informó.
El hecho sucedió a las 22.30 del sábado pasado en 188 entre 427 y 431. “Estábamos con mi mujer y mi hijo chiquito comiendo un asado, cuando nos llamaron de la empresa de alarmas porque se había activado el sensor de movimiento”, explicó Cristian a este diario.
Casi en simultáneo, una vecina se contactó con la esposa del joven para advertirle que se había disparado la alarma y que el ex comisario había a ver, ya que acababa de despertarlo algo parecido a una explosión. Era el vidrio del ventanal, que los ladrones rompieron a barretazos, patadas, o golpes; cómo saberlo.
El ex jefe policial no tardó en advertir que los ruidos los habían provocado cuatro hombres encapuchados, tres de los cuales estaban dentro de la casa de Cristian y el restante en la puerta, jugando el rol de campana.
Para entonces el dueño del domicilio ya viajaba hacía allí acompañado por un primo y un amigo.
Acostumbrado a las situaciones de riesgo, el policía retirado (que fue titular de algunas comisarías de la Región) les dio a los delincuentes la voz de alto, lo que desenacadenó un intercambio de disparos. El reporte oficial da cuenta de que fueron tres. Según Cristian, “hubo entre 14 y 15”.
Es que ellos “tiraban adivinando, porque la zona (donde se mantenía agazapado el vecino) está totalmente a oscuras y mi casa iluminada”, describió Cristian. Aunque fue el “campana” quien más disparó, el ex jefe policial habría aportado que “todos tenían armas”.
Los peritos balísticos que revisaron la escena no encontraron más vainas servidas que las de la Bersa Mini Thunder del vecino, por lo que presumen que los delincuentes usaban revólveres (los casquillos quedan en el tambor). Lo cierto es que, más allá de las detonaciones, nadie habría salido lastimado.
Hace apenas un año que Cristian y su familia se mudaron a esa casa que compraron con muchísimo esfuerzo y de la que no tienen previsto mudarse, pese a que el del sábado fue el segundo robo que sufrieron desde que se instalaron ahí. En el anterior, dijo el joven, “actuaron rateritos”, historia que los convenció de vender “todo lo de oro”. Lo poco que quedó es lo que se llevaron estos ladrones que no parecían ser improvisados.
“Tenían guantes, capuchas, armas y precintos que quedaron tirados”, reconoció preocupado el dueño de casa, porque de esa información infiere que ingresaron suponiendo que ellos estaban adentro; o por lo menos su mujer. “Tenemos dos autos y anoche (por el sábado) habíamos ido al asado en uno. El otro quedó ahí, y estaba todo iluminado”, apuntó. Los asaltantes, que andaban a pie, abrieron la tranquera y entraron por la puerta balcón trasera, la única que zafó de las rejas que colocaron después del primer robo.
Cristian llegó a su casa junto con la policía y el personal de la alarma. Los efectivos que revisaron la escena encontraron tirado el revólver 32, sin numeración ni marca visibles y tres balas. “Pondremos más rejas, más sensores de alarmas y más luces”, se consoló el joven, que ya radicó la denuncia en la comisaría que tiene jurisdicción en esa zona, la Séptima de Abasto.
Ayer a la tarde, él y su mujer acondicionaban la casa antes de regresar con su hijo. “No lo vamos a traer hasta que parezca que acá no pasó nada”, cerró Cristian.
Aunque no hay certeza de que los ladrones hayan salido ilesos, no hay rastros de sangre
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