Un mensaje para apuntalarse en el 40 por ciento del electorado no peronista

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

El discurso en cadena nacional que dio anoche Mauricio Macri no obedeció solamente a su necesidad de hacer un balance de gestión, cuyos resultados derivaron en su derrota electoral, sino especialmente a su intención de mantener el liderazgo del espacio no peronista de la sociedad argentina, apuntalado en el piso del 40% de los votos que sacó en la remontada de octubre.

“Voy a seguir acompañándolos”, aseguró el mandatario saliente en el mensaje grabado en la Casa Rosada, el primero y único en su tipo más allá de los cuatro que dio en las aperturas de las sesiones del Congreso que le tocó encabezar. Macri profundizó la idea: “Voy a demostrar desde la semana que viene que también se puede hacer oposición de una manera distinta”, reafirmó.

Aunque de inmediato habló de la necesidad de generar una “pertenencia sólida en el Congreso”, que le marque límites a la administración entrante de Alberto Fernández. Un ejemplo: según pudo saber EL DIA, los bloques legislativos de Juntos por el Cambio no avalarán la cesión de “superpoderes” al próximo gobierno en el marco de una nueva ley de “emergencia económica”.

Bajo esta misma lógica política se entiende que Macri haya sobreactuado la reacción ante la salida de tres diputados nacionales de la bancada del PRO, al acusarlos de traidores a la voluntad popular. Más allá de la condena pública, lo que Macri hizo fue enviar un claro mensaje de advertencia a otros legisladores que están pensando en la posibilidad de abandonar la fuerza.

Por caso, los diputados que responden al ex presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, que se mantienen dentro del interbloque de JxC pero que siguen una línea crítica respecto de la conducción de Macri. La misma advertencia corre para los legisladores radicales díscolos que se referencian en el mendocino Alfredo Cornejo, con quien mantiene una relación fluctuante.

“Los dirigentes somos circunstanciales y eso es algo que debemos tener claro”, dijo Macri en un tramo de su discurso, que pareció más dirigido a quienes lo acompañaron dentro de Cambiemos en los últimos años que a los referentes del peronismo que están a punto de volver al poder.

No obstante, hizo una mención inequívoca: “Ya no hay lugar para liderazgos mesiánicos”, advirtió.

Macri diseña un perfil opositor diferenciado del próximo gobierno que a su juicio tendrá un doble comando entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández.

Por eso eligió a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, para encabezar el PRO y ayer ratificó su buena ponderación sobre la funcionaria, al afirmar que su gestión fue “una de las áreas donde más éxito” tuvo su administración.

SIN AUTOCRÍTICA POR LA POLÍTICA ECONÓMICA

La cadena nacional del Presidente saliente no incluyó una autocrítica sobre los magros resultados económicos de su gobierno. De hecho, no mencionó asuntos delicados como la pobreza –ayer se conoció un nuevo índice que la UCA fijó en el 40,8% de la población- ni tampoco abundó sobre la caída del salario real, que afectó dramáticamente a millones de trabajadores y a sus familias.

En ese punto, Macri se limitó a asegurar que “las reformas económicas no llegaron a tiempo”, abonando la teoría oficial de que el electorado no le tuvo al gobierno la paciencia necesaria para aguardar los resultados que vendrían en un segundo mandato. Incluso, el mandatario volvió a esgrimir que el resultado de las PASO disparó la última gran devaluación del peso argentino. Además, justificó el crecimiento de la deuda externa y el acuerdo con el Fondo Monetario, dijo que “el dólar está en un valor razonable” y que le deja a Alberto Fernández reservas netas por 20.000 millones de pesos en el Banco Central.

Esa parte de su discurso, sin cambios visibles, fue justamente la que no le cerró a la mayoría del electorado, que le bloqueó la reelección y la continuidad en la Casa Rosada.

 

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