Gustavo Eloy Ponferrada

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Decano del clero platense, ciudadano ilustre, escritor y docente, Monseñor Gustavo Eloy Ponferrada supo hilvanar un valioso legado a lo largo de siete décadas de labor pastoral y académica. Su fallecimiento, a los 97 años, cierra una fecunda trayectoria dedicada al ahondamiento y la transmisión del saber, particularmente en el campo de la filosofía tomista.

Nacido el 19 de septiembre de 1922, fue el primogénito de la pareja de inmigrantes españoles que conformaron, en San Fernando del Valle de Catamarca, María Amelia Varela Lezana y Ángel Ponferrada. Tras finalizar allí sus estudios primarios, promediando 1935, se radicó junto a los suyos en la localidad bonaerense de Morón, donde completó el secundario en el colegio marista San José.

En 1943, sus días como incipiente estudiante de Medicina cedieron paso a la vocación sacerdotal, impulso que lo trajo hasta el Seminario Mayor de nuestra ciudad; ordenado el 25 de septiembre de 1949, gracias a una beca concedida por el arzobispo Tomás Solari pudo perfeccionarse como doctor y licenciado en Filosofía en la universidad romana Santo Tomas de Aquino, ámbito en el que consolidó su admiración por pensadores como Jacques Maritain y monseñor Octavio Nicolás Derisi.

Miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, entre otras instituciones tanto eclesiásticas como seculares, fue profesor en la UNLP y rector emérito y profesor en la UCALP; titular emérito de la Sociedad Tomista Argentina; miembro de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás; miembro perpetuo de la Sociedad Argentina de Historiadores; y miembro fundador de la Sociedad Argentina de Ciencias de la Educación.

Autor de ocho libros -varios de ellos galardonados-, decenas de artículos y reseñas bibliográficas en la revista Sapientia, obtuvo el título de Canónigo Titular del cabildo de La Plata. En 1993 fue distinguido por Juan Pablo II como “Prelado de Honor de Su Santidad”, y en 2003 nombrado “Ciudadano Ilustre” por el Concejo Deliberante.

En los últimos años, hizo del Seminario Mayor San José, frente a la plaza Castelli, su hogar; allí, en la paz de los claustros, la iglesia Nuestra Señora de La Piedad y los diáfanos jardines, siguió compartiendo su erudición, siempre con una sonrisa y desde su impronta indeclinablemente humanista, comprensiva y tolerante.

 

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