“La casa azul” que albergó al crítico Jorge Romero Brest

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Por ANA ALTAMIRANO (*)

A principios de la década del 70, tres estudiantes próximas a graduarnos en la Facultad de Bellas Artes, nos internamos por una de esas callecitas de tierra de City Bell, cuyo nombre o número fue cambiado tantas veces que ya no la podemos ubicar. Íbamos, expectantes, a entrevistar al polémico crítico de arte Jorge Romero Brest (1905-1989), quien tenía allí su casa de fin de semana y nos recibió junto a su esposa Marta Bontempi.

Su fama lo precedía: escritor, conferencista, profesor, ex Director del Museo Nacional de Bellas Artes y luego Director Artístico del Instituto Di Tella, era venerado por muchos y a la vez odiado, repudiado por tantos otros. Ello se debía a su postura ante las obras de arte que seguían los cánones más tradicionales, a las que consideraba “execrables”, y su apoyo a los vanguardistas que propugnaban el arte como provocación, los “happenings”, el “pop-art”, experiencias innovadoras y/o transgresoras, etc. Él mismo se definía: “Soy un político del arte, un agitador”.

En esa oportunidad fuimos atendidas muy amablemente, y durante la conversación nos contó sobre sus clases de Estética e Historia del Arte en la Universidad Nacional de La Plata, las exposiciones de jóvenes platenses que se realizaron con su patrocinio en nuestra ciudad y sus palabras de apertura, que concitaron más comentarios hirientes que elogios. Por lo general sus conferencias provocaban disturbios y controversias en los distintos ámbitos donde se presentaba.

Escritor, conferencista, profesor y ex Director del Museo Nacional de Bellas

 

Pero en realidad lo que más nos impresionó fue su casa: una singular construcción de color azul celeste, en la que se alternaban líneas rectas y curvas, desniveles, y en la parte superior lucía semi-círculos pintados con los colores del arco iris; en el interior los ambientes sorprendían por su original decoración, como la Sala de Música o el mismo dormitorio. El conjunto parecía más una gran escultura que una vivienda; se veía como una casa de cuentos en el entorno arbolado de City Bell. Era una presencia artística, lúdica, que enriquecía el paisaje sereno del lugar.

Fue construida entre 1971/72. El artífice fue un joven artista pop, diseñador, arquitecto autodidacta que frecuentaba el Instituto Di Tella: Edgardo Giménez, quien hasta la actualidad presenta innovadoras muestras, instalaciones, construcciones, diseños y publicaciones.

Esta morada tan especial fue denominada por Romero Brest, su esposa y Giménez: “La Casa Azul”. Tiempo después fue vendida y dueños posteriores cambiaron su apariencia y color. Sería importante que se la declarara de Interés Arquitectónico en City Bell, y se le restituyera su concepción original, su hermoso azul cielo, y el arco iris, para que ilumine con su vivo cromatismo, desde distintos ángulos, la singular vivienda.

 

(*) Prof. Superior y Licenciada en Historia de las Artes Plásticas – UNLP – FBA.

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