Hasta en la imaginación los dólares se evaporan rápido

Edición Impresa

Por: Alejandro Castañeda
 

afcastab@gmail.com

Hay tantos bolsos dando vuelta, con plata negra, blanca, verde y multicolor, que José Sánchez, el changarín de Nogoyá, decidió sumarse a la gran comparsa nacional y sentirse millonario por un rato. Harto de sus carencias, le abrió fuerte a sus sueños y fue directo a los 500 mil dólares, un hallazgo en plan aumentativo que prosperó porque, en estos días, los dólares de Nogoyá o de donde sean, son una ensoñación que cruza más allá de la conciencia y la mentira. Pero su falsedad tuvo patas bien cortas. En una tarde pasó de vecino suertudo y honrado a fabulador sin límite. Su novelón fue breve y difundido. Lo del hallazgo había sorprendido al vecindario. En su relato, a Sánchez le sobraban dólares pero le faltaban evidencias. Y el fiscal lo fue desnudando. El cuentito le había dado fama y nuevos amigos a José. Pero de a poco, incómodo y sudoroso, tuvo que desmontar su teatro. Resultó durante horas un encontrador estelar. Y más de un familiar le reprochó este acto de honradez en épocas donde sobran arrebatadores y faltan devolvedores. Mitad héroe y mitad zonzo, se había cansado de contar lo del maletín cuantioso para ponerse como ejemplo de hombre sensible, seco y generoso. Pero al final confesó: “Fue todo un invento” Y agregó: “Quedé como el mentiroso más grande del mundo”. Y explicó que hizo todo por necesidad, porque estaba cansado de trabajar en negro. Con plata imaginaria blanqueó sus verdaderos pesares y aprovechó un mediodía de notoriedad prestada para pedir trabajo en blanco. Frente al fiscal se quebró. Y pasó de héroe a farsante. “Vengo a dar la cara. Todo lo que yo hice lo hice por necesidad. Hace poco vi que un hombre había encontrado dinero y ahí la gente te escucha, te presta atención”, dijo. Como buen pescador, Sánchez montó una puesta en escena en plan aumentativo. Y a medida que iba enriqueciendo su papel le iba agregando más dólares al maletín. Cuando llegó a 500 mil se plantó y largó su invento a la calle. Se enamoró de su debut como hombre generoso. Y en esas primeras horas, entre cámaras y micrófonos fue vaciando su mitología de sueños imposibles y a falta de billetes criollos apeló a su fantasía para arañar unos verdes de regalo. Pero la cosa está tan difícil que ni con la imaginación se puede conseguir plata. En el fondo, es un arrepentido más en medio de una actualidad en la que los dólares reales se evaporan más rápido que los falsos billetes de Nogoyá.

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE