El Museo de Nelly Omar: historia de un legado que aún nadie puede ver

Su construcción se proyectó hace ya casi diez años en Guaminí, donde la cantante se crío. La apertura se anunció varias veces y, pese a que se enviaron fondos, la obra nunca avanzó y sus objetos siguen sin exhibirse

Edición Impresa

El sábado 10 de diciembre de 2005, sobre el escenario del Cacique Catriel de Guaminí, la voz campera de Nelly Omar apenas pudo llegar a la quinta canción. Esa noche, emocionada hasta las lágrimas por la vuelta al pago de su infancia, la cantante hizo público el deseo de donar sus pertenencias al pueblo que la vio nacer. Se lo reveló a las entonces autoridades del museo municipal y lo dejó por escrito en un testamento firmado seis meses antes de morir. En su última voluntad, la intérprete de tangos y música criolla enumeraba los objetos -poncho, guitarra, discos, libros, premios, distinciones, cuadros, partituras, muebles, su viejo tocadiscos Winco- y precisaba su deseo de que fueran cedidos al municipio con el cargo de ser exhibido en un museo que llevara su nombre y en el que, además, descansaran sus cenizas. A poco más de cinco años de su muerte, y pese a haber sido una obra anunciada varias veces y por la que se llamó a concurso hace ya casi una década, el Museo de Nelly Omar es aún hoy un obrador de paredes peladas que se levanta frente a la plaza principal de Guaminí y su legado, todas esas pruebas materiales de una carrera gloriosa, un tesoro todavía oculto a los ojos del público.

“Lo más vergonzoso es que el Municipio ya recibió los fondos para terminar la obra”, asegura Hernán Sotullo, amigo de la cantante, periodista especializado en tango y quien viene denunciando la demora en la obra desde hace tiempo. Según relata, “ya en 2011 la anterior gestión comunal había llamado a concurso para construir el museo en tiempos en los que Nelly vivía. Luego, cuando asumió la intendencia el peronista Néstor Álvarez, se aseguró que la Provincia iba a destinar un millón de pesos para abrir el museo de la cantante y hasta se le adjudicó la obra a un arquitecto. Aparentemente todo iba a ser muy rápido, tal es así que el intendente Álvarez en declaraciones de marzo de 2012 aseguró que estaba pensado que el propio gobernador Scioli inaugurara el museo”.

Pero el tiempo pasó y el museo nunca se abrió. “A mediados de 2016 -detalla Sotullo-, ya durante el actual gobierno de Vidal, la Provincia le envió 2.100.000 pesos al municipio para esa obra pero Álvarez, en un sincericidio, le reconoció a la prensa que debió usar esa plata para pagar los sueldos. El intendente renunció el año pasado (lo reemplazó José Ferreira), pero aún hay un pedido de informe de la oposición en el Concejo Deliberante para saber qué paso con esos fondos. Actualmente el patrimonio de la artista está en manos de su albacea, el escribano Gustavo Görg y quien en teoría debería accionar para que se cumpla esa última voluntad”.

Lo que dice Sotullo lo confirma el albacea Görg. “Hay un incumplimiento de la Municipalidad que ya lleva años y por eso le pedimos que en un plazo de 30 días nos digan cuándo tienen previsto inaugurar ese museo -apunta el escribano-. Hasta ahora las pertenencias están a mi resguardo, pero el deseo de Nelly era otro y esperamos que pronto nos puedan dar una precisión”.

Al tanto de estas desprolijidades y de los anuncios que nunca se cumplieron, el actual secretario de Obras Públicas de Guaminí, Julio Erramuspe, admite el retraso pero asegura que este año “seguramente el museo de Nelly Omar esté terminado. En su momento hubo un retraso por algunas modificaciones que se pensaban hacer en el frente del edificio, pero la obra -que ronda el millón de pesos- ya fue adjudicada y está contemplada que se termine este año”.

La obra le fue adjudicada en 2011 a un estudio de San Miguel encabezado por el arquitecto Oscar Eduardo Mesa, quien descartó que se trate de un proyecto lujoso y al que aún no deja de sorprenderle que ese museo no esté terminado. “Era una obra simple, austera -declara Mesa-, y precisamente para economizar la planteamos con una técnica de hormigón armado con tablas, a modo de ahorrar en revoques y pintura y en su posterior mantenimiento”.

Autor de libros como “Quiero 33” o “De Pungas & Gayola” y fiel conocedor de la obra de la cantante, para Sotullo “es inadmisible esta rémora en construir el museo a una de las mayores leyendas del canto nacional. Debería ser un motivo de orgullo para los funcionarios haberlo inaugurado hace ya varios años y no cargar hoy con esta deshonra”.

Las palabras del escritor y periodista no son exageradas. Bajo el título de “La cantora nacional”, o conocida incluso como “La Gardel con polleras o “La María Callas del tango”, Nelly Omar nació en 1911 (fue anotada en Guaminí, donde vivió hasta los 12 años) y fue dueña de una carrera admirable y de una voz diáfana aún hasta en sus últimos días, en diciembre de 2013.

“Siempre me gustó el repertorio campero porque de esa zona soy yo -decía-. Nací y me crié en el campo. Después de soñar con que quería ser aviadora, me di cuenta que lo mío era nada más que cantar...” Además de su carrera como cantante, protagonizó películas como “Canto de amor”, “Melodías de América” y “Mi vida por la tuya”. Ferviente defensora del peronismo -lo cual le valió ser perseguida tras el golpe del 55-, en sus inicios se hizo un lugar entre cantantes como Azucena Maizani, Ada Falcón, Libertad Lamarque, Mercedes Simone, Tita Merello y Tania, pero la irrupción de la gran Nelly fue tan singular, tan poderosa, que enseguida se ganó también el apodo de “la voz diferente”, como la bautizó el actor Enrique de Rosas.

“Lo vergonzoso es que el Municipio ya recibió los fondos para terminar la obra”, se asegura

 

“Sus objetos están bien protegidos pero es cierto que hace años que deberían ya estar exhibidos”, admite Görg, quien asegura haber insistido en todos estos años para que el museo se inaugurara “pero hasta el momento, y pese a lo anunciado tantas veces, siempre dijeron que tenían otras urgencias”.

Sotullo no sólo describe con dolor esta demora de años sino que aún recuerda la noche del 10 de diciembre 2005, hace ya más de trece años, en que Nelly Omar expresó su deseo por primera vez. “Esa vez cantó a cielo abierto -precisa-, a orillas del Lago del Monte, pero estaba tan emocionada que debió interrumpir la gala en el quinto tema”. Esa fue la última vez que Nelly Omar cantó en su pueblo. Casi cinco años después de su muerte, como si el tiempo acaso se adaptara a la naturalidad política de anuncios y postergaciones repetidas, su sueño pretérito y precisado por escrito aún espera hacerse realidad.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE