Nuevas quejas por fallas en la recolección de residuos

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Las fallas en el servicio de recolección de residuos en nuestra zona es una de las deficiencias más sensibles, en situaciones que se traducen no sólo en el no paso programado de los camiones, sino en que en muchas oportunidades directamente no ingresan por las malas condiciones en que se encuentran las calles, entre otros incumplimientos y omisiones que causan continuos y justificados reclamos vecinales.

Ahora, según lo reflejó un informe publicado ayer, las quejas apuntaron también contra el no retiro de las bolsas de residuos, que se acumularon en distintas partes de la Ciudad, en las jornadas correspondientes al fin de semana extra largo por el festejo del Carnaval. Desde luego que la falta de recolección se traduce en malos olores y otros trastornos derivados de ello, en distintos vecindarios.

En algunas zonas de la periferia, como, por ejemplo, en la esquina de 137 y 521, los vecinos aseguraron que la basura llevaba ayer más de diez días sin ser retirada, en una situación que se reproducía en 133 y 480, mientras que en zonas del casco céntrico, como la de 55 entre 7 y 8, los frentistas protestaban por la suciedad que se concentraba en las veredas y en la calzada. Asimismo, desde un sector de Los Hornos reclamaron por la aparición de roedores en los montículos de basura acumulados en un baldío.

Lo cierto es que resulta cada vez más común que vecinos del casco urbano o de localidades de la periferia reclamen por el deficiente o casi nulo servicio de recolección de residuos. Se sabe desde hace muchos años que el llamado sistema del “arrime” –es decir, la previa acumulación de bolsas en una esquina por parte de un empleado de la recolección, que se adelanta así para facilitarle a los camiones una única carga por cuadra- hace que los perros callejeros se aprovechen de ello y rompan las bolsas en busca de comida. De modo que al paso del camión va quedando un reguero de desperdicios, que nadie, después, se ocupa de retirar.

Sabido es que el crecimiento demográfico experimentado en la Ciudad y la subsiguiente expansión urbanística se ha traducido en las últimas décadas en la aparición de asentamientos poblacionales, sin que, paralelamente, se hayan extendido hacia ellos los distintos servicios de infraestructura –en este caso, el de recolección de residuos- por lo que el problema se agrava día a día.

En cuanto a las falencias propias del servicio, debe aludirse necesariamente a una de sus derivaciones más negativas, consistente en que no faltan vecinos que –ante la falta o las omisiones en la recolección- deciden arrojar sus propios residuos en cualquier esquina o vereda alejada de sus casas, propagándose de esa manera el problema. No debiera hacer falta aludir a los riesgos sanitarios que estas falencias y estas actitudes vienen creando en nuestra zona.

Además de las profundas correcciones que merece el sistema de recolección de residuos de nuestra zona –sin olvidar la necesidad de que se expanda a zonas hoy densamente pobladas que carecen por completo de ese servicio- debieran impulsarse enérgicas campañas destinadas a concientizar a la población sobre los bienes y valores que estas situaciones ponen en peligro.

Está claro que la primera responsabilidad le incumbe a las autoridades municipales, que deben ajustar los estrictos controles para fiscalizar el mejor cumplimiento del servicio. Ello, sin perjuicio del aporte que debieran realizar muchas entidades intermedias y vecinales, que cuentan con prestigio y autoridad como para colaborar en la toma de conciencia por parte de los frentistas.

 

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