Hace 20 años, un grupo de platenses desafió el poder del Atlántico
Edición Impresa | 11 de Abril de 2019 | 02:14

Hace veinte años, un grupo de seis platenses desafió el poder del océano Atlántico y se coronó tras una gran aventura en una regata de 2.200 kilómetros que comenzó en Buenos Aires y finalizó en Río de Janeiro. Fueron diez días de suma atención, en donde en muchos momentos estuvo en riesgo su vida.
En la edición número 19 de la regata oceánica participaron once embarcaciones y uno de ellos era de nuestra ciudad, el “Cosa Nostra”, un velero Clase Fran 34 (10,20 metros de esolora) comandado por José Pettoruti. La tripulación se completó con Marcelo Brunet, Adalberto Casco, Diego Lima, José Payaslian y Jorge Di Paola.
Tras una largada pasada el 30 de enero de 1999 en el Yacht Club Argentina, el “Cosa Nostra” comenzó la aventura. El viento fuerte y olas de tamaño considerable golpearon de entrada e hicieron que dos embarcaciones abandonaran cerca de Punta del Este. Una de ellos fue el Fortuna de la Armada Argentina que había roto su palo mesana.
Tras un día de nevegación el “Cosa Nostra” ingresó al imponente océano Atlántico. “Con vientos suaves y ya en aguas brasileras, se acerca la Corbeta ARA Granville para recomendarnos que tomáramos precauciones, ya que el pronóstico no era bueno”, contó sobre aquellas horas Di Paola.
“Preventivamente a medida que se acercaba el frente de tormenta arriamos la vela Mayor, quedándonos con Genoa 3 (vela chica de proa). A las 21 horas, con el viento aumentando, arriamos vela de proa, aguantando a palo seco (sin velas) un viento y marejada cada vez mayores, con el barómetro en 1000 Hpa. Después de capear durante dos horas aproximadamente, no lo podemos creer, el barómetro baja a 990 Hpa (742 mm)”, prosiguió su relato.
En ese instante fue cuando comenzó la aventura mayor: el temporal se impuso cada vez más durante toda la noche y todo el día siguiente, con vientos huracanados de más de 100 kilómetros por hora y olas como edificios de entre 6 y 8 metros.
Di Paola recordó esas horas críticas: “Nos tumbaron tres olas que rompieron justo encima nuestro. Después de la tercera, en donde vimos el agua de mar por la ventana de babor del barco, decidimos salir a tratar de llevar el barco en rumbo, haciendo guardias cortas de a uno por vez, de aproximadamente una hora, no se aguantaba mucho más. Por supuesto, con arnés y atados a la línea de vida. Durante esas seis horas restantes corrimos el temporal tratando de ponerle la popa a las olas, todavía muy grandes”.
Si bien los días siguientes fueron más tranquilos, tuvieron un gran problema: perdieron contacto con la Corbeta Granville y no podían pasar su ubicación en el mar. Eso generó una gran preocupación en sus familiares y amigos, quienes pensaban lo peor.
El 7 de febrero retomaron el contacto y se enteraron que el temporal había afectado a las otras embarcaciones y, en la Clase B, eran los únicos que seguían en carrera. La heroica llegada a Río se produjo después de 10 dias y 5 horas de navegación y, más allá de la consagración en la regate, todo lo vivido marcó a fuego a los tripulantes del “Cosa Nostra”.
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