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Pizarrón central


Karina Zerillo Cazzaro dice: “Poner un pie en las Islas por nosotros llamadas Malvinas, es preguntarse ¿cuántos argentinos vivirían en ella? Casi tan plana como el horizonte barrido por la furia sin freno de algo más que una agradable ventisca, se ve y se siente inhóspita: ‘Hacer’ el pizarrón del hall central de un respetable colegio, para el acto del 2 de abril (en ese entonces “Día de la reivindicación de los derechos soberanos sobre las Islas Malvinas”), a apenas un poco más de una década de haber sido la guerra vivida en una ciudad marítima que padeciera de muchas bajas, no era el mejor regalo para docente alguno; pero fue el mío. Una cartulina ilustración cuidadosamente montada, una batería de tintas en solución y todo el compromiso de quien terminando la primaria viviera sorprendida la eufórica recepción que toda la sociedad le diera a un anuncio de inicio de guerra, fueron el marco de muy poquitas palabras trazadas con respeto: ‘Porque una guerra no recupera lo propio, lo destruye; 2 de abril ¿’reivindicación’ o toma de conciencia?. Colgué mi humilde obra en el pizarrón central del colegio temprano, con el típico recelo de quien sabe estar cometiendo una travesura y aún así la hace. Para mi asombro, no hubo regaños, ni miradas desaprobatorias sino una cola de chicos esperando para firmar, como si fuese un pergamino, un soporte blanco con muchas tintas de color. Si hace veinticinco años atrás alumnos del secundario pudieron comprenderlo, ¿por qué pareciera que no lo entendemos los grandes hoy?”.

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