La creatividad como opción

Edición Impresa

Por PAULA LICO (*)

Hace tiempo que uno escucha opiniones de quienes trabajan en el mundo del vino sobre la caída del consumo de nuestra bebida nacional, con un culpable definido: la cerveza. El argumento usado es que el boom de la cerveza artesanal capto el interés de los consumidores, arrastrando a la baja el consumo del vino per cápita con índices realmente preocupantes. Buscando una repuesta al porqué de este fenómeno, hay cierto consenso sobre errores a la hora de comunicar. Pareciera muchas veces que -quienes tienen la responsabilidad de promover el consumo- ponen cierta distancia entre el público no enófilo, que no tiene por qué saber diferenciar varietales o distinguir entre un vino patagónico, mendocino o salteño.

Ciertos formatos tradicionales de degustaciones pueden llegar a ser no sólo aburridos, sino también carentes de un espacio donde el público pueda relajarse, disfrutar y simplemente beber el fruto de muchísimo trabajo, sin sentirse mal por no percibir en nariz regaliz, tomillo o vainilla. Ante este desafío, la creatividad surge con diversas e innovadoras opciones para el público amante del vino, que busca experiencias distintas.

Desde increíbles cenas con maridajes atrevidos hasta degustaciones con las temáticas más diversas (incluso de series de televisión), los profesionales excavan caminos y formas para acercar a la gente esta noble bebida.

Resulta fundamental generar un ambiente que conecte al consumidor con lo que ofrece su copa, que transporte a las personas a la tierra donde las vides se asolean día a día, que traslade las pasiones, sufrimientos y alegrías de los enólogos y bodegueros, porque cada vino tiene una historia maravillosa para ser contada, y porque hay un público que quiere escuchar esa historia, y simplemente disfrutar su vino.

 

(*) Sommelier

 

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