Las amputaciones, una temida derivación que se puede evitar
Edición Impresa | 25 de Julio de 2019 | 02:20

Uno de los desenlaces más temidos de la diabetes junto con la ceguera, las amputaciones de miembros inferiores constituyen una complicación cada vez menos frecuente y que en un alto porcentaje se puede evitar, explicaron ayer desde la Federación Argentina de Diabetes en relación a la presunta mala praxis sufrida por una paciente que había llegado a esta situación.
“Si bien la enfermedad vascular periférica es habitual en las personas con diabetes, es necesario que haya un inadecuado control metabólico de la enfermedad durante no menos de 5 a 10 años para que este cuadro alcance un grado de compromiso que pueda derivar en una amputación”, aclararon desde la entidad.
A la par de una mayor consciencia de la sociedad sobre los riesgos de la diabetes, “el número de amputaciones es cada vez menor “, aseguraron desde la Federación Argentina al explicar que “con el tratamiento adecuado un 70% de ellas se pueden evitar”.
Sólo 100 de cada cien mil personas con diabetes sufren por año una amputación mayor
De acuerdo con datos de la Federación Internacional de Diabetes (IDF) sólo 100 de cada cien mil personas con diabetes terminan cada año en la amputación mayor de un miembro inferior, lo que equivale a un riesgo del 0,1% a nivel mundial. Menos infrecuente son sin embargo las amputaciones de dedos y pies, cuya prevalencia ronda el 0,17% de los pacientes con diabetes al año, según datos de la misma entidad.
Debido al hecho de que cuando los pacientes desarrollan una afectación vascular ésta suele comprometer a ambas piernas, la estadística indica que tras la amputación de un miembro, un tercio de los pacientes termina sufriendo dentro de los siguientes cinco años la amputación del otro miembro inferior.
En el caso de las personas que sufren diabetes, las amputaciones ocurren a raíz de un cuadro conocido como “pie diabético”. Este sucede cuando a la obstrucción de las arterias que irrigan las piernas se le suma una afección del sistema nervioso que lleva a la pérdida de la sensibilidad. Es así que los pies tienden a secarse y agrietarse, favoreciendo la aparición de gérmenes.
A su vez, la enfermedad afecta la tensión de los músculos compresores generando un aumento del arco plantar y una menor superficie de contacto con el piso. De esta forma, sube la presión en esa zona al pisar y se generan úlceras. De hecho, el 2% de las personas con diabetes desarrollan úlceras en el año y el 25% de los pacientes puede llegar a tener alguna a lo largo de su vida.
Sumado a esto, las personas con diabetes, aún con un buen control metabólico, tienen una mayor tendencia a sufrir infecciones en las piernas y los pies.
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