Efectos positivos de las políticas de trasplante de órganos
Edición Impresa | 25 de Julio de 2019 | 03:01

El hecho de que la Argentina haya alcanzado en el último año una tasa de 20 donantes de órganos por millón de habitantes -la más alta de la historia, que se acerca por primera vez a la del promedio anual de donantes de los países de la Unión Europea (22,3) y de Australia (20,8), según informó el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), constituye una revalorización de este tipo de operaciones y una constancia cierta del notable progreso de la medicina, así como del creciente grado de concientización que existe en la sociedad.
Tales referencias, a las que se suma el dato de que en la provincia de Buenos Aires se registró en el mismo lapso un aumento del 60 por ciento en la procuración de órganos para trasplante y del 67 por ciento en los trasplantes concretados, se encuentra afianzado por la influencia de marcos legislativos que resultaron sumamente positivos.
Los especialistas reseñaron que la cantidad de trasplantes registró un fuerte incremento en el país tras la aprobación de la ley 27.447, de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, sancionada en julio del año pasado y conocida popularmente como “ley Justina”, que dispone que todos los mayores de edad son donantes de órganos salvo que hayan manifestado su oposición en vida.
Sin embargo, a los efectos de esa ley se sumó también el hecho de que hubiera regido en los últimos años, en materia de trasplantes y procuración de órganos, una política sanitaria uniforme y continuada, que permitió, por ejemplo, duplicar el número de coordinadores hospitalarios en los hospitales públicos, que son quienes se encargan de la detección de órganos para trasplantes en las terapias intensivas.
El informe del Incucai conocido en las últimas horas detalló que entre el 24 de julio de 2018 y el 23 de julio de este año, se realizaron 888 procesos con donación de órganos que permitieron que 1.966 personas en lista de espera reciban un trasplante. De ese total, 1.188 fueron renales, 487 hepáticos, 122 cardíacos, 85 renopancreáticos, 42 pulmonares, 25 hepatorrenales, 7 pancreáticos, 6 cardiorrenales, 2 hepatointestinales y 2 intestinales. Además se concretaron 2.097 trasplantes de córneas, indicó el informe oficial.
Debe señalarse que, luego de una larga época de marchas y contramarchas en la que incluso se originaron controversias científicas y de naturaleza ética, lo cierto es que, primero a partir de la sanción en 2006 de la llamada ley nacional del donante presunto y, luego, de la ley Justina, se experimentaron adelantos trascendentes, contextualizados, como se ha dicho, por un gradual y mayor grado de conciencia en la población acerca de la importancia de los trasplantes.
En realidad, esa suerte de madurez alcanzada se había venido reflejando en distintas estadísticas oficiales que registraban un crecimiento en la disponibilidad de órganos ya con anterioridad a la aprobación de la ley Justina y, subsiguientemente, de los trasplantes realizados en el país. A su vez, debe valorarse el hecho de que la sanción de la ley donante presunto colocó a la Argentina entre los países líderes, que cuentan con los mayores niveles comparativos en donaciones y trasplantes.
La experiencia argentina, exitosa en los últimos años y, además, reveladora del alto espíritu solidario de sus habitantes, obliga entonces a no dejarse estar y a profundizar por este camino. De allí la importancia de poner de relieve estas valiosas referencias. Al margen de ello, es evidente que el mayor déficit sigue residiendo en la falta de suficientes campañas encaminadas a exhibir los enormes beneficios sociales que apareja la donación de órganos.
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