Alimentación consciente, el reto de no comer “en piloto automático”
Edición Impresa | 5 de Julio de 2019 | 02:34

Por: NICOLÁS MALDONADO
Entre la falta de tiempo y la gran oferta de alimentos industrializados, hoy muchas personas “comen mal”; y lo hacen no sólo porque los productos que eligen suelen ser nutricionalmente pobres sino porque éstos son ingeridos muchas veces a las apuradas, por impulsos que no tienen que ver con el hambre y sin prestar en ello ninguna atención. Frente a este combo que en los últimos años ha derivado en una alta tasa de sobrepeso y enfermedades crónicas entre la población, cada vez son más los nutricionistas que reconocen la importancia de hacer más consciente el acto de comer.
En eso consiste precisamente la “alimentación consciente”, un enfoque alimentario que viene ganando terreno en nuestro país y que muchos especialistas en Nutrición utilizan ya como una herramienta para ayudar a sus pacientes a controlar el peso, prevenir enfermedades crónicas y desarrollar una relación más saludables con los alimentos.
Lejos de una dieta, la alimentación consciente “consiste en comenzar a tener un mayor registro de lo que comemos, cuándo lo comemos, por qué lo comemos y cómo nos afecta, para ir desprendiéndonos así de hábitos automáticos que nos hacen mal”, explica la licenciada en Nutrición Jimena Jamardo.
Una de las profesionales que trabaja con este enfoque en La Plata, Jamardo explica que si bien nuestro organismo exige que nos alimentemos cada tres o cuatro horas, en la mayoría de los casos no es una cuestión fisiológica lo que nos impulsa a comer. Es por eso que uno de los aspectos centrales de la alimentación consciente “apunta a aprender a diferenciar lo que es el hambre fisiológico del `hambre emocional` que sentimos por algunos alimentos (en general dulces e hipercalóricos) y que no produce saciedad porque obedece en general a la ansiedad y el estrés”.
“Mientras que el primero se experimenta gradualmente en el cuerpo, el hambre emocional se presenta como en forma repentina”, explica Jamardo, quien enseña a sus pacientes no sólo a distinguir uno de otro sino a aplicar estrategias para controlar esas ingestas innecesarias que tienen a la larga un alto costo para la salud.
Pero una alimentación consciente, explica, va mas allá de aprender a registrar lo que nos lleva a comer. Su filosofía también propone comenzar a prestar mayor atención al acto de hacerlo para que los protagonistas del momento sean los alimentos que estamos disfrutando en lugar del celular o la pantalla del televisor.
EN LA COCINA
Si bien la alimentación consciente -por el hecho de fomentar también una mayor conciencia del impacto que lo que comemos tiene sobre el ambiente- suele ser asociada a dietas vegetarianas o veganas, Jamardo explica que esto no es necesariamente así. “La idea no es dejar de comer carne ni huevos, sino tratar de ir incorporando en forma cotidiana alimentos distintos a los que nos han ido habituando la industria y nuestra sociedad”.
Es así que en la alimentación consciente se traduce en la cocina en la incorporación de una gran cantidad de alimentos frescos y orgánicos, como así también en el aprovechamiento de brotes germinados de legumbres -que potencian los nutrientes latentes en ellas-, jugos naturales, fermentados, conservas y procesos de deshidratación.
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