Un oficial del Servicio Penitenciario denuncia una feroz golpiza de patovicas

La víctima le dijo a EL DIA que todo se originó cuando enfrentó a delincuentes que intentaron robarle el auto, que estaba estacionado a metros del lugar. “Nos vieron los de seguridad y me empezaron a pegar”, sostuvo

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Con la cara aún hinchada y cubierta de hematomas, Walter Daniel Peñalba (39) relató a este diario, junto a su hermano, las peripecias de una madrugada en extremo violenta, que comenzó con un intento de robo y culminó minutos después con una batahola entre el agente del Servicio Penitenciario bonaerense (SPB) y la seguridad de un local bailable de 60 y 26. Su rostro, denunció, es evidencia de la violencia que padeció.

Por la trifulca terminó en el Hospital Italiano, donde le efectuaron las primeras curaciones y le diagnosticaron traumatismos varios y una fractura de maxilar por la que deberá ser intervenido en forma quirúrgica. Luego se acercaron a la Comisaría Quinta (emplazada en 28 entre 62 y 63) a radicar la denuncia y a efectuarse el reconocimiento médico de rigor.

Una noche con consecuencias

El sábado por la noche, Walter salió con su esposa Romina (31) -también parte del SPB-. Decidieron ir a “La Queimada”, un boliche situado en la esquina mencionada.

Dejaron el auto estacionado a pocos metros de allí, en 60 entre 26 y 27. La idea que tenían era la de pasar un momento agradable de pareja, para escapar a la vorágine de la semana laboral.

La velada transcurrió con normalidad y, cerca de las 3.30, marido y mujer se levantaron de la mesa para retirarse.

Salieron apurando el paso por la baja temperatura que hacía en ese momento, pero cuando estuvieron a poca distancia del rodado, Walter notó algo particular en dos sujetos que actuaban de manera sospechosa, según le refirió a EL DIA.

Enseguida, se dio cuenta de que su instinto de policía no le había fallado: los desconocidos no estaban ahí de casualidad, sino que intentaban entrar al vehículo para robarlo o sustraer lo que hubiese en el interior.

Sin pensar mucho en las consecuencias, Walter echó a correr y se enfrentó con los presuntos delincuentes. En principio, éstos respondieron a la agresión y rápidamente se armó una breve pelea entre los tres. No obstante, y a pesar de tener superioridad numérica, los supuestos ladrones escaparon hacia la esquina de 26, con el efectivo siguiéndolos de atrás.

Entonces, siempre conforme a lo manifestado por Walter, no tuvieron mejor idea que hacerse pasar por clientes para poder ingresar al boliche. Aunque, comprobarían más tarde, “ellos ya habían estado adentro”.

“LO MOLIERON A PALOS”

Apenas puso pie en el bar, “lo paró un patovica”, aseguró Diego, el hermano de Walter. Entonces pasaron dos cosas: a Romina la increparon entre un grupo de mujeres, que “serían amigas o las novias de los chicos que nos quisieron robar el auto”, explicó.

En medio de esa discusión, en la que además “volaron piñas y patadas”, Walter intentó separarlas, según sostuvieron las partes. Seguidamente, a él lo sacaron de las instalaciones y ella se quedó dentro, “forcejeando con estas chicas para que no me robaran la cartera”.

Afuera quedó una amiga de la pareja que -aseguró Romina- observó todo lo que pasó. En ese sentido, explicaron que “Walter se puso a hablar frente a frente con uno de los de seguridad” y, en esas circunstancias, “aparecieron otros dos” que lo tomaron de los brazos. “Nunca se lo esperó”, agregó la esposa de la víctima. La allegada “vio cómo le pegaron entre tres y les pedía que lo suelten”, señaló Romina, al tiempo que añadió: “Lo podrían haber matado”.

En tanto, ella permanecía en el boliche sin tener conocimiento de lo que sucedía “a la vuelta” del lugar. “Yo no vi lo que pasó, recién lo pude ver a mi marido cuando estaba todo golpeado y ensangrentado”, aclaró.

Por otro lado, la agente indicó que desde la confitería bailable le dijeron que “Walter le quiso levantar la mano a una de las chicas, pero no fue así”. “Ni las conocíamos, nos chocamos con ellas porque quisieron defender a los pibes que nos intentaron robar el coche”, expresó.

Asimismo, reclamó por el modo de actuar de los encargados, al sostener que “no entendemos por qué se metieron los patovicas de esa forma. Y si creían que se trataba de algo serio, tendrían que haber llamado a la Policía, no pegarle a mi esposo como le pegaron. Tiene hematomas en todo el cuerpo y hoy (por ayer) no podía ni ir al baño con normalidad del dolor”.

Por otra parte, Romina consignó que “esta gente no es la primera vez que golpea a alguien, hace poco pasó con otro chico. Si llegan a agarrar a un pibe de 20 años o a alguien de contextura física pequeña lo matan”.

Diego, hermano de Walter, dialogó con el dueño del bar una vez que terminó todo y, de acuerdo a lo referido a este diario, le comunicaron que habían “actuado bien”. Para Romina, la situación es otra: “No nos pueden tratar así”, lamentó.

 

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