La primera edición de el aleph fue publicada en 1949 por Losada / web
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Si bien el autor argentino había publicado el cuento en 1945, cuatro años después, en el 49, editó el libro homónimo en el país
La primera edición de el aleph fue publicada en 1949 por Losada / web
Mucho se dijo del origen de su historia. Que acaso era una mirada profética de lo que luego sería la totalidad de internet. O que no era más que un relato de amor entrecruzado por esa vieja rivalidad que Jorge Luis Borges solía ver entre el hombre y el infinito. Cuando todavía resuenan las celebraciones por el Día del Lector -fecha que homenajea el día en que nació Borges y del que se acaban de cumplir 120 años-, ahora quien está de festejo es una de sus creaciones más emblemáticas: El Aleph, libro de relatos editado en 1949 y cuyo título destaca el cuento principal de la obra.
Como se dijo, una de las claves del cuento que le da título al libro son las diferentes interpretaciones que ha tenido a lo largo del tiempo; desde la existencial, basada en la idea de la incapacidad del humano de enfrentarse a la eternidad, hasta aquella que, para muchos, veía en esa creación el germen de lo que luego sería la totalidad del ciberespacio.
Cuento paradigmático de la vasta biblioteca borgiana, su historia está narrada en primera persona y con nombre propio: “Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges”; estrategia narrativa que le permitió al autor confrontar al lector con una representación ficticia de sí mismo.
El cuento está ubicado entre febrero de 1929, cuando murió Beatriz Viterbo, y el primero de marzo de 1943, pero trata sobre todo de hechos acontecidos entre el 30 de abril de 1941 y los últimos días de octubre del mismo año.
El mítico relato que le da título al libro publicado por la editorial Losada en el 49 -y que está compuesto de otros dieciséis cuentos-, relata el descubrimiento de un punto del espacio en un recoveco de una vieja casona porteña -“de dos o tres centímetros”, precisa Borges- que contiene todos los puntos del espacio y acaso el cosmos entero. Pero más allá de aspectos metafísicos o premonitorios, el cuento habla sobre la muerte. De hecho, arranca con una evidencia atroz: la vida sigue. Beatriz Viterbo lleva apenas unos días muerta cuando en la plaza Constitución renuevan un anuncio de cigarrillos.
Algunos estudioso han visto en el relato de H. G. Wells, The Crystal Egg, el germen de El Aleph, hecho que el propio autor reconoció.
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Nacido el 24 de agosto de 1899, Borges exhibió desde temprana edad una devoción al mundo de las letras que más adelante lo convertiría en un autor universal, con una obra de fuerte identidad que inspiró a numerosas generaciones de escritores y, al mismo tiempo, los mantuvo a una distancia prudencial.
Hasta su muerte en Ginebra (Suiza) en 1986, el célebre narrador argentino construyó un legado imperecedero de cuentos, poemas y ensayos, con obras de referencia como “Ficciones” (1944) y, precisamente, “El Aleph, aunque no es esa faceta de autor de la que más orgulloso se sentía. “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”, decía.
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