Tras la devaluación, los productores hortícolas venden a pérdida o al costo

El cordón frutihortícola de la Región es, por su envergadura, un sector clave en la estructura alimentaria del país. Sin embargo, se encuentra en la línea de fuego de cada cimbronazo económico y casi no tiene redes de contención

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Por: CARLOS ALTAVISTA
 

caltavista@eldia.com

“Por cada céntimo que sube el dólar, el productor de la agricultura familiar se empobrece un céntimo. La relación es directa. Porque los productores del cordón frutihortícola de la Región no son formadores de precios, de modo que no pueden trasladar el aumento de la divisa estadounidense a las verduras y a las frutas”. La descripción de Nahuel Levaggi, quintero e integrante de una cooperativa, pone en blanco sobre negro el impacto de la (nueva) devaluación sobre el sector, desde el cual denuncian que hoy por hoy trabajan al costo o a pérdida, por lo que temen que muchos “cuelguen las herramientas”.

Los productores constituyen un colectivo clave en la estructura alimenticia del país. “Si de la noche a la mañana desaparece el cordón de quintas de La Plata, Berazategui, Florencio Varela, el 60% de los argentinos no come verduras”, lanzó Levaggi, para agregar que “este sector cumple una función social fundamental. Cada golpe que recibe es un golpe contra la alimentación de la población: no fabrica fundas para celulares. Por eso requiere de políticas públicas consistentes que lo protejan ante semejantes cimbronazos”, opinó el integrante de la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT).

Explicó que “todos los insumos se manejan a valor dólar. Por ejemplo, un rollo de nylon cuesta 199 dólares. Y costaba eso antes de la devaluación que arrancó el lunes 12 de agosto. Ahora bien, nosotros vendemos en pesos, recibimos pesos y no podemos trasladar la suba de la divisa a los precios de las hortalizas. Por lo tanto, el rollo de nylon nos salía entre 8 y 9 mil pesos el viernes 9 de agosto (dólar a $45) y ahora nos cuesta 12 mil pesos (dólar a $60)”, puntualizó.

En esa línea, aclaró que “en cambio, antes de las PASO la jaula de acelga que contiene entre 12 y 14 paquetes se vendía a 60 pesos, y después de las elecciones, al mismo precio”. Cada paquete, en verdulerías, se vende a $20 promedio.

Entramos así en el terreno de la brecha creciente entre el valor de los productos en la quinta y en la góndola, que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) estimó en un 515% antes de la gran devaluación.

El precio de las verduras va y viene, dicen los productores, por lo que sitúan esa brecha en un 400% promedio anual. “Una forma de calcular el desfasaje es con la lechuga. Con lo que se paga un kilo en las verdulerías se puede comprar una jaula (7 a 8 kilos) en la quinta”, apuntó Levaggi.

El productor Salvador Vides también hizo hincapié en que el sector “no es formador de precios”. “Estamos regidos por la oferta y la demanda. Y lo cierto es que el consumo local está en baja constante. Así, mientras todo aumenta, como los combustibles, la electricidad, el gas, el agua, los impuestos, los alquileres, el transporte, y por más que los productos del cinturón hortícola de la Región (en las quintas) están baratos, se vende cada vez menos”, realzó, para indicar que “hoy por hoy estamos trabajando al costo o a pérdida. En rigor, a estos valores estamos subsidiando los alimentos”.

Vides puso un ejemplo concreto. “Una jaula de espinaca de 12 paquetes tiene 26 pesos de costo en semilla, siempre y cuando se contemple la más barata, y otros 26 pesos en gastos varios. Pero en la quinta se está vendiendo la jaula a 40, 50 pesos”. ¿Es decir que venden al costo o por debajo del costo? “Exacto. Hoy es así”, afirmó.

Para que cada uno pueda sacar sus propias cuentas de la diferencia de precios entre la quinta y la góndola, Salvador aportó otros valores que se manejan en el cordón frutihortícola: “La acelga se vende a entre 50 y 60 pesos la jaula de 12 paquetes; la lechuga, a no más de 80 a 100 pesos la jaula de 6 kilos (ver gráfico)”.

Algo que los quinteros piden a gritos es que se les facilite la venta sin intermediarios. Pero la situación económica también parece haber golpeado esa herramienta. “Vendo en ‘El mercado en tu barrio’ los jueves, viernes y sábados. Y ofrezco el paquete de acelga a 15 pesos. No obstante, hay tan poca plata que casi nadie lleva más de uno. La diferencia que se hace al vender directamente al consumidor se queda en la estación de servicio”, graficó Salvador Vides.

“Algunos dejarán la actividad”

El productor Nazario Ramos consideró que “el impacto de la devaluación es un golpe más de tantos que sufrimos. Los insumos, antes de la estampida, tenían un precio, y después, otro totalmente superior”.

El nitrato de potasio (abono) por 25 kilogramos no cambió su precio: 43 dólares antes y después del 12 de agosto. Pero en pesos, cada productor familiar tuvo que desembolsar hasta 33% más. Aproximadamente, el valor pasó de 1.935 a 2.580 pesos.

Otro caso. Las semillas de tomate x 1.000 mantuvieron su valor en dólares (u$s 180), aunque la fuerte depreciación del peso hizo que el 9 de agosto costaran unos $8.100 y luego del lunes 12 alrededor de $10.800.

Ramos resaltó que están vendiendo “a los mismos precios de hace dos años atrás. Entonces, con esta devaluación se agrava muchísimo más la situación del sector, dado que ya veníamos comercializando por debajo del costo de producción. Y es muy posible que varios quinteros dejen de producir y que otros achiquen aún más las unidades productivas”, disparó.

Salvador Vides expresó que “definitivamente el panorama es muy complicado”, para apuntar que también pegaron un salto de entre un 20 y un 30% en su valor “los insumos nacionales”.

Hay otra cuestión clave, como los precios de las tarifas. Nahuel Levaggi hizo notar que “como muchos productores utilizan bombas sumergibles trifásicas, la empresa de energía eléctrica les factura como a industrias”, dijo, y destacó que “se producen, de ese modo, situaciones increíbles como familias de quinteros que viven en una casa precaria y arriendan una hectárea, pero sin embrago abonan la luz como si fuesen industriales”.

Una familia que trabaja 5 hectáreas, ejemplificó, en abril pasado pagó una boleta de más de 40.000 pesos.

 

 

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