A diez años de la primera denuncia, arrancó el juicio por los abusos en el Próvolo

Un tribunal mendocino comenzó a juzgar a los dos curas y al jardinero acusados de 28 violaciones a niños hipoacúsicos

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A puertas cerradas y con el apoyo de intérpretes de lengua de señas, la Justicia Penal de Mendoza comenzó a juzgar ayer a los curas Horacio Corbacho (59) y Nicola Corradi (83) y al jardinero Armando Gómez (49) por los “abusos sexuales cometidos en forma sistemática” a chicos hipoacúsicos en el Instituto Antonio Próvolo de esa ciudad.

Los acusados arribaron alrededor de las 9 esposados y con una fuerte custodia policial a los tribunales mendocinos, donde algunas de las víctimas acompañadas de su abogado, Sergio Salinas, esperaban para ingresar a la sala de audiencias en medio de fuertes expectativas. Y es que además de ser uno de los procesos judiciales más importantes contra miembros de la Iglesia Católica en la historia de nuestro país, éste llega diez años después de que fuera presentada la primera denuncia por los hechos que se van a juzgar.

Durante esta primera semana de audiencias iniciada ayer declararán 29 personas, entre los cerca de 200 testigos, peritos y funcionarios que está previsto que presten declaración ante los magistrados Carlos Díaz, Alejandra Ratto y Mauricio Juan. A Corradi, Corvacho y Gómez, que están imputados por “abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y la convivencia preexistente con menores, en concurso real con corrupción de menores”, les podría caber una condena de hasta 50 años de prisión.

La causa ya tiene como condenado al monaguillo Jorge Bordón, de 51 años, quien en un juicio abreviado admitió en septiembre último ser “autor de 11 abusos”, por los que deberá cumplir diez años de prisión.

“MONSTRUOS CON SOTANA”

Antes de iniciar la primera jornada del juicio, integrantes de un colectivo que agrupa a familiares de las víctimas señalaron que los religiosos acusados son “monstruos vestidos con sotana” y recordaron que la denuncia que llega ahora a juicio oral no sólo “fue negada por las autoridades del Instituto Próvolo”, sino “olvidada por la Justicia que en su momento no la investigó”.

“Desde organizaciones de sobrevivientes de todo el mundo se denuncian mecanismos de encubrimiento para intentar eliminar la presencia de la justicia ordinaria, llevar el proceso a una investigación interna dentro de la iglesia y trasladar de un lugar a otro a estos monstruos vestidos con sotana”, dijeron integrantes del colectivo por la Restitución de los Derechos de los Sobrevivientes del Próvolo.

“Los silencios y ocultamientos institucionales, la complicidad de los que allí trabajaban, la falta de control por parte de la Dirección General de Escuelas permitieron que estos terribles hechos siguieran sucediendo”, lamentaron desde esa organización.

Con respecto a los abusos que se le imputan al cura Nicola Corradi, recordaron que “no se trataron de un hecho aislado ya que comenzaron en el Instituto Próvolo de Verona, en Italia, donde abusó sexualmente a niños y niñas. Encubierto por la iglesia católica fue trasladado, junto con otros curas abusadores, al Instituto Próvolo de La Plata y luego a Mendoza, donde volvió a cometer los mismos crímenes”.

Durante el proceso de Instrucción que tomó dos años y medio, también criticaron cómo “la Iglesia Católica sostuvo económicamente la defensa la monja Kumiko Kosaka” (imputada con prisión domiciliaria a la espera de una segunda etapa del juicio) y cómo “esta misma defensa ha intentado menoscabar el accionar de los intérpretes de lengua de señas con la intención de deslegitimar denuncias testimoniales” de las víctimas.

“MOMENTO DE CALLAR Y ESPERAR”

El obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey, designado por el papa Francisco en 2017 para investigar los casos denunciados de abuso sexual tanto en el Instituto Próvolo en Mendoza como en el de nuestra ciudad, valoró ayer que la justicia ordinaria busque la verdad y la justicia, y llamó a “esperar un poquito el juicio”.

“Es un paso muy importante que se busque la verdad y la justicia, pero hay que esperar un poquito el juicio”, dijo el obispo Bochatey, quien horas antes del juicio fue golpeado por delincuentes que ingresaron a robar a la parroquia San Agustín de la capital provincial.

“Conociendo los hechos verdaderos, es aberrante, ya lo hemos dicho muchas veces y hasta el Papa Francisco”, resaltó, aunque dijo que este “es momento de callar y esperar”.

Es uno de los juicios más importantes contra miembros de la Iglesia en la historia del país

 

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