Inauguraron su tienda y los estafaron con billetes falsos

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“Sabíamos que iba a volver. Si lo hizo después de la primera vez, ¿por qué no iba a hacerlo de nuevo?”, reflexionó un comerciante de City Bell que fue víctima de una de las tantas modalidades delictivas que vienen golpeando a ese sector desde hace semanas. A él, y a varios más, los estafaron con billetes de 1000 pesos falsos.

Pablo y su mujer son dueños de una tienda de maquillajes que funciona en Cantilo entre 13 A y 13 B, a donde hace algunos días llegó una joven que preguntó por algunos artículos sin que a la empleada le resultara sospechosa.

“Eligió mercadería por 200 pesos y pagó con 1.000”, explicó Pablo, quien descubrió la maniobra un rato después y la comunicó en el grupo de WhatsApp que comparte con otros comerciantes, para advertirlos y evitar que les pasara lo mismo. Era tarde.

“Ya había estafado a varios a la mañana y siguió haciéndolo después”, dijo el joven, y calculó que, en ese único día, la estafadora habría “levantado por lo menos 15.000 pesos”.

Días después se enteraron de que la misma mujer, a la que algunos recordaban por haberla atendido y otros la conocían porque quedó filmada por las cámaras de seguridad, regresó a un par de locales.

“Cuando nos enteramos acordamos que, si volvía, íbamos a retenerla con cualquier excusa mientras llamábamos a la Policía”, apuntó Pablo, y su oportunidad no tardó en llegar: “Mi mujer y la empleada la entretuvieron mientras yo salí a la calle a llamar al 911, pero el patrullero no llegó y ella se dio cuenta”. Con la excusa de que “estaba el padre en el auto” regresó a la calle y Pablo no lo dudó: aunque riesgoso, “sin pensarlo demasiado la seguí hasta el auto, le abrí la puerta y le dije al conductor que me debía plata. Él no sabía que decir, pero me terminó dando 1000 pesos”.

El comerciante lamentó que todo esto haya pasado a pocos días de su inauguración, en medio de una seguidilla de robos y escruches que impulsó a los comerciantes a reunirse antenoche con autoridades de la comisaría Décima.

“Días después de esto nos enteramos de que habían desbaratado una banda de falsificadores en Varela -recordó- y la camioneta en la que andaban tenía la patente registrada allí”. La estafadora, recordó, “tenía un ojo morado y el hombre que la acompañaba una venda en la mano”.

 

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