Alarman los casos de alcohorexia entre jóvenes y pre adolescentes

Se trata de una peligrosa combinación de trastornos como la anorexia y la ingesta abusiva de alcohol. Muchos dejan de comer para poder beber sin engordar. Qué dicen los especialistas y cuáles son los principales riesgos

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Que la relación entre alcohol y adolescentes hace tiempo es conflictiva tal vez no sea ninguna novedad, pero de un tiempo a esta parte son varios los expertos que señalan una patología no tan conocida por el público común pero cada vez más creciente y peligrosa: la alcohorexia, una enfermedad alimenticia que consiste en reemplazar las calorías que aporta una comida completa por las que tiene el alcohol.

“Es común en muchas chicas porque dejan de alimentarse normalmente para poder tomar bebidas alcohólicas sin engordar”, advierte la nutricionista María Laura Lasprea, para quien el origen de esta modalidad puede encontrarse en las famosas “previas” pero “desde hace ya un tiempo excede a este ámbito y forma parte de una cultura bastante popularizada entre los chicos: dejar de comer para poder tomar más alcohol sin preocuparse por aumentar de peso”.

Los especialistas explican que la patología tiene relación directa con la anorexia nerviosa, es decir que, en muchos casos, se trata de chicas que se ven gordas estando flacas, obsesionadas por la delgadez y la dieta, con miedo terrorífico a engordar y, lo más inquietante, combinado todo con atracones de alcohol.

“Lo más preocupante son las consecuencias para la salud que tiene esta tara de muchos pibes -plantea Lasprea-. Hay que tener en cuenta que el alcohol provee calorías pero no realiza ningún aporte nutricional, lo que significa que, por más que esas calorías se reemplacen, se genera un déficit de vitaminas, minerales y nutrientes que llevan a un estado crónico de cansancio, disminución del rendimiento y propensión a contraer enfermedades”.

Las advertencias de los expertos acaso cobra una dimensión de mayor gravedad si se tiene en cuenta los últimos datos que relacionan a los jóvenes con el consumo de alcohol. Una trabajo del Observatorio Vial perteneciente a la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), de hecho, reveló que en nuestro país el 50% de los jóvenes de entre 16 y 30 años conduciría después de tomar alcohol, a pesar de que el 93% sabe que esa acción aumenta considerablemente el riesgo de sufrir un accidente, y como consecuencia graves traumatismos o la muerte.

“Los trastornos de la conducta alimentaria están vinculados a una percepción distorsionada de la autoimagen e insatisfacción corporal”

Virginia Busnelli
Médica especialista en Nutrición

 

Los resultados demostraron que para los jóvenes el alcohol asociado a la conducción no es una preocupación y, aunque ponen en riesgo su vida y la de terceros, deciden incurrir en conductas riesgosas.

Y ni hablar del avance de trastornos como la bulimia o la anorexia en jóvenes de edades cada vez más bajas, lo que hace que el combo entre querer estar delgado al extremo y consumir alcohol de manera casi compulsiva sea una suerte de bomba de tiempo para los que todavía ni llegaron a los 18.

“La adolescencia es una etapa crítica producto de una interacción entre las condiciones psicosociales y las imágenes culturales que una sociedad elabora en cada momento histórico -plantea por su parte la médica especialista en Nutrición Virginia Busnelli-. Nuestros chicos y chicas se inician de modo más precoz en diversos comportamientos que antes se daban en etapas posteriores. Hoy en día existe la peligrosa obsesión de ser popular, sobresaliendo en alguno de todos los aspectos que a pesar de ser peligrosos están legitimados. Por ejemplo, ésta muy bien visto salir mucho a divertirse, vestir a la moda, ser original o distinto, hacer todo lo posible para ser linda o cool, ser lo más delgado posible y además tomar alcohol”.

MULTICAUSAL

El problema crece y no es exclusivo de nuestro país. En los Estados Unidos, por caso, hace poco un estudio determinó que el 30% de las personas de 18 a 24 años saltean comidas para tomar alcohol por la noche.

“Los trabajos que hay sobre el tema coinciden en que afecta tres veces más a las mujeres -aporta Lasprea-, y que las razones más usuales para adoptar este comportamiento se relacionan con evitar ganar peso, emborracharse más rápido al tener el estómago vacío y ahorrar dinero para comprar alcohol”.

La especialista señala además que “las chicas quieren lucir súper flacas y, al mismo tiempo, buscan tomar grandes cantidades de alcohol. Como una cosa no es compatible con la otra, entonces deciden directamente suprimir la alimentación convencional”.

La andanada de casos, se apunta, viene de la mano de lo que para muchos es una verdadera explosión de trastornos alimentarios que se diferencian de los clásicos como anorexia o bulimia nerviosa y entre los que aparecen trastornos no especificados como la ortorexia, vigorexia, el síndrome del comedor nocturno y la alcohorexia, también llamada por muchos ebriorexia o drunkorexia.

“Los trastornos de la conducta alimentaria están vinculados a una percepción distorsionada de la autoimagen e insatisfacción corporal”, dice Busnelli, y precisa que “tienen un origen multifactorial y están altamente relacionados con la preocupación por el peso”.

Las razones del fenómeno no responden a una única causa. Según la mirada que se tiene desde la Asociación Psicoanalítica Argentina, por ejemplo, los adolescentes y los jóvenes perciben al alcohol como un medio para estar flacos y para tener la sensación falsa de omnipotencia frente al mundo. “Niegan el peligro que implica para su salud y su vida -se apunta-. En una hora pueden tomarse una botella de vodka y eso puede dejarlos en coma sin que siquiera se lo hayan replanteado antes”.

Los trabajos que hay sobre el tema coinciden en que afecta tres veces más a las mujeres

 

50%
de los jóvenes de entre 16 y 30 años de nuestro país conduciría después de tomar alcohol, a pesar de que el 93% sabe que esa acción aumenta considerablemente el riesgo de sufrir un accidente.

 

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