Opinan los lectores
Edición Impresa | 7 de Septiembre de 2019 | 04:11

Nos enseñaron a pensar
Jorge Saffores expresa: “Pertenezco a una generación con déficit de entretenimientos banales, anodinos e inútiles, y abundancia de exigencias racionales. Los viajes de fin de curso del Colegio Nacional, eran viajes de estudio financiados por la Universidad (UNLP), para ampliar las fronteras del conocimiento. Los laboratorios, gabinetes y talleres eran el complemento indispensable de las aulas; la teoría y la práctica eran una sola cosa. Exámenes orales, profesores exigentes (sin faltar algún riesgoso ‘machete’ escondido), pizarrón y tiza para las demostraciones (sin respuestas múltiples), si no se podía explicar una respuesta, aunque fuera correcta, no se sabía (y a marzo). Algunos conocimientos aparentemente fantasiosos aprendidos entonces, hoy se aplican en nuestros celulares. Los avances etarios son inevitables, y recordar la juventud sin añorarla, nos permite mantener la lucidez necesaria para la supervivencia en un mundo difícil de entender, pero real, peligroso y vigente. La modernidad tecnológica y científica que tanto nos beneficia, también nos daña, llevándonos a la decrepitud cognitiva que culpa de sus males a la excelencia del saber”.
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