Denuncia por abuso y violencia de género: “Para mi hija, su padre es el hombre de la bolsa”

La víctima aseguró que el hombre la golpeó e hirió de manera brutal, además de manosear a la hija menor de los dos

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Virginia (35) conoció a E.A.G. (33) en 2006 mientras los dos trabajaban en la comisaría primera de Ensenada. Dos años después tomaron la decisión de contraer matrimonio y, según le contó la mujer a EL DIA, en poco tiempo comenzaron las agresiones verbales, los arranques de celo y otro tipo de ataques, hasta ese momento no físicos.

Lo peor, aseguró Virginia, llegó en 2010 cuando ella quedó embarazada. Entonces, “comenzaron los golpes, que desde el primer momento fueron brutales”, señaló. Entre las lesiones de las que denunció haber sido víctima, refirió que “me quebró el dedo meñique de la mano derecha, me produjo una herida en el brazo izquierdo con un cuchillo por la cual me tuvieron que dar diez puntos, y lo peor de todo fue que casi me provoca el aborto”.

Además de esas graves hechos, aseguró que “también me produjo varias veces traumatismos en el rostro”. A pesar de los constantes episodios de violencia, a Virginia le costó tomar la decisión de separarse. El proceso fue arduo y a medias. Volvieron al tiempo. E.A.G. le prometió que no volvería a golpearla y “que se mataría si no regresaba con él, que había cambiado, como si lo ocurrido fuera solo un mal sueño y no la realidad de varios años”. Virginia lo aceptó y retomaron la relación.

La “paz” duró semanas. “Ni bien tuvimos la primer discusión seria volvieron las trompadas, los empujones, los insultos desmedidos, sin importar quién estuviera delante nuestro: hijos, vecinos o amigos”, recordó la damnificada. La situación empeoró todavía más con el correr de los días, al punto de “abusar de mí mientras dormía”.

Fue en aquella época que detectó el comportamiento extraño de E.A.G. con la hija de ambos. En una oportunidad “vi cómo, mientras dormíamos los tres en la cama, le pasaba la mano por debajo de la ropa interior”, afirmó.

“ABUSÓ DE SU PROPIA HIJA”

“Para ella, su padre es el hombre de la bolsa. Vive presa, él le destrozó la vida y la marcó para siempre”, dijo entre lágrimas. Después de ese episodio, Virginia empezó a estar “más alerta para evitar cualquier cosa rara con mis hijas”, manifestó.

Por otro lado, el vínculo de E.A.G. con la otra hija de Virginia (de otra pareja anterior), conforme indicó, se quebró en una ocasión en la que “ella era muy chica (tenía 10 años), él la encerró en el baño y la amenazó con un cinto para que no saliese”. Desde ese instante entre ellos dos no “hubo más momentos felices”.

Con todo, a ella le costó horas de terapia y de aceptación poder entender los vejámenes a los que era sometida. La última pieza que necesitaba se la dio él, en febrero de 2018, al abandonar la casa que compartían. Sin embargo, “los hostigamientos no cesaron y siguió molestándonos”, expuso.

Una vez juntó valor, amplió las denuncias (las más graves están radicadas en la UFI Nº 7) que había hecho por violencia de género y sumó nuevas acusaciones. Pero aclaró que “quedaron paradas, incluso fui evaluada por un perito y sigue sin suceder nada”.

La conversación con Virginia culminó con un pedido y una advertencia: “Yo lo único que quiero es que la Justicia lo investigue, que le hagan una Cámara Gesell a mi hija (están citadas para mediados de marzo de este año), la causa avance y este tipo vaya preso. Con él libre está expuesta cualquier mujer que camine por la calle”.

 

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