Evo Morales, con agenda recargada

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Rodrigo García

 EFE

El ex presidente de Bolivia Evo Morales, que renunció en noviembre pasado tras denunciar un “golpe de Estado”, cumplió ayer un mes en Buenos Aires, ciudad que, ante la imposibilidad de volver a su país, ha hecho su base de operaciones para las elecciones de mayo, a las que no se presentará pero para las que trabaja como jefe de campaña de su partido.

El político aterrizó el 12 de diciembre en la capital argentina, junto a algunos de sus colaboradores, y pidió refugio político tras haber estado un mes asilado en México, adonde había huido cuando dejó la Presidencia presionado por las Fuerzas Armadas. “Cumplo dos meses lejos de mi Patria querida. Llegamos a #México destrozados, sin embargo hoy estamos con fuerza para retornar a #Bolivia. Esa fortaleza viene del pueblo, de la whipala y la pollera. Lucharemos contra el racismo y discriminación, y recuperaremos la democracia”, puso en Twitter.

Al recalar el político boliviano en suelo argentina, el Gobierno de Alberto Fernández dijo que aceptaría darle la condición de refugiado por considerarlo un “perseguido” en su país, aunque le pidió no hacer declaraciones políticas.

“En Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército”, había dicho Fernández pocas semanas antes de asumir el cargo, el 10 de diciembre. Ese convencimiento llevó entonces al peronista a invitar al líder indígena a instalarse en Argentina, más cerca de su país y donde ya se habían radicado sus dos hijos.

En sus primeros días en Buenos Aires el ex presidente tardó en aparecer públicamente y eligió Twitter para criticar al “Gobierno de facto” de Jeanine Áñez -senadora que en medio del vacío de poder se autoproclamó presidenta interina-, pero ya el 17 de diciembre convocó a los medios para defender su situación. Al día siguiente, la Fiscalía boliviana libró una orden de detención contra él por presuntos delitos de sedición y terrorismo, lo que en la práctica le impide retornar a su país, ya que acabaría en prisión.

Morales -que aclara que el Gobierno de Fernández solo le aconsejó no opinar sobre política argentina-, dice que su vida y la de sus seguidores corrían peligro si no renunciaba, acusa a EE UU de estar detrás del “golpe” e insiste en que sigue siendo presidente.

 

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