Avances para lograr la resocialización de las personas en prisión

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Una nueva información acerca de las actividades de tipo laboral que se desarrollan en las cárceles de la Provincia, en acciones que apuntan a la resocialización de los presos, pudo conocerse ahora y, en esta oportunidad, se relaciona con la fabricación de palos de hockey por parte de los internos, que donaron esos elementos a tres penales femeninos.

Según se detalló oficialmente, con el propósito de que las mujeres privadas de libertad tengan mayor oferta deportiva en las cárceles de la provincia de Buenos Aires, un grupo de siete internos de la Unidad 9 de La Plata llevó adelante un emprendimiento de producción de palos de hockey, que fueron entregados ya en establecimientos penitenciarios de Magdalena, Los Hornos y Lomas de Zamora.

Tal como se indicó, en una primera instancia, los detenidos cortaron las maderas. Luego, se ocuparon de darle la curvatura correcta para diseñar la parte inferior de la “jota”, también llamada pipa. Posteriormente, lijaron y barnizaron los palos para después cubrirlos, en la parte superior con un grip, y en la inferior, con vinilos decorados.

Cabe consignar que en la actualidad practican hockey internas alojadas en las Unidades 33 de Los Hornos, 40 de Lomas de Zamora, 46 de San Martín, 50 de Batán y 51 de Magdalena. Y según se adelantó durante este año se desarrollará un torneo de ese deporte entre todos los equipos conformados en contexto de encierro.

Se sabe que, entre otras actividades educativas, se dictan cursos de capacitación como operadores de PC de adultos jóvenes en una cárcel de La Plata, según se informó desde el Servicio Penitenciario bonaerense. Estos tipos de programas -entre los que se incluyen los de nivel escolar- constituyen, también, la entrega a jóvenes detenidos de herramientas para que su tiempo de detención sea positivo.

Está claro que si los presos tuvieran suficientes alternativas para desarrollar trabajos dentro de la prisión, se estaría más cerca de cumplir con el objetivo de su resocialización y se podría potenciar, además, un círculo virtuoso que no se observa en la actualidad. Hay experiencias que demuestran esta hipótesis. El grado de conflictividad en las cárceles disminuye sensiblemente cuando crecen los índices de laboriosidad y esas alternativas permiten, además, desarrollar programas de integración con la comunidad que resultan positivos para la población carcelaria.

El trabajo y el estudio deben ser estimulados dentro de las cárceles, como también el deporte. Todas las unidades penitenciarias deberían contar con talleres y bibliotecas; en definitiva con espacios y herramientas suficientes para el desarrollo de actividades laborales y académicas, además de adecuados ámbitos para la recreación. Por supuesto, este objetivo también requiere una cantidad de personal penitenciario que resulte satisfactoria.

Se sabe también que si los presos tuvieran suficientes alternativas para desarrollar estudios y trabajos dentro de la prisión, se estaría más cerca de cumplir con el objetivo de su resocialización y se podría potenciar, además, un círculo virtuoso que no se observa en la actualidad.

El grado de conflictividad en las cárceles disminuye sensiblemente cuando crecen los índices de laboriosidad y esas alternativas permiten, además, desarrollar programas de integración con la comunidad que resultan positivos para la población carcelaria.

 

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