Golpearon y dejaron atada durante más de seis horas a una mujer de 89 años

Tenían el dato de que había cobrado una suma por la muerte de su hija. Dos encapuchados la redujeron de madrugada. Huyeron

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Una mujer de 89 años pasó más de seis horas atada y tirada en la cama de su casa de Villa Elisa, donde la dejaron los dos delincuentes que se metieron de madrugada, le pegaron y amenazaron con matarla para forzarla a revelar dónde guardaba el dinero y las joyas.

“Tenían el dato de que había cobrado una suma importante por la muerte de su hija”, dijeron fuentes oficiales, lo que refuerza la sospecha de que un entregador le aportó esa información a los asaltantes.

La víctima se recupera de los golpes y del susto, mientras que los responsables todavía no fueron identificados.

“ESTOY ATADA”

Aunque recién se supo ayer, esta espantosa historia ocurrió en la madrugada del último sábado, cuando una mujer oficialmente identificada como Juana Otormín Morales (89) descansaba en su casa de 43 entre 3 y 4, en Villa Elisa.

Dos sujetos se colaron por la ventana de la cocina luego de cortar la reja y sacar un vidrio, y, en segundos, llegaron hasta donde ella dormía, despertándola con gritos y el caño de un arma de fuego apuntándole directo a la cabeza.

Era el arranque de una larga noche de terror, en la que Juana quedó a merced de dos extraños que usaban capuchas. “Solamente se le veían los ojos”, contaron a este diario en el barrio. Pese a que ellos eran dos jóvenes fornidos, tenían un arma y el control total de la situación, ataron a la mujer -que poca resistencia podía ofrecer- de pies y de manos, con cinta de embalar. Según recordó después ella misma entre sus vecinos, los ladrones le pegaron culatazos en la cara y en el pecho para que les entregara la plata.

Mientras tanto, revolvieron todo. Y, por fin, se fueron. Eso si, dejaron a Juana inmovilizada, atada con las cintas y a la suerte de que alguien la encontrara. Según la policía, fue una vecina quien la rescató cerca del mediodía, cuando al pasar frente a la casa de la mujer le llamó la atención que la puerta principal, que comunica con un porche, estuviera entreabierta.

Golpeó, primero, y después ingresó llamando a la dueña de casa por su nombre. Ella le respondió con voz débil que estaba en uno de los cuartos (no en el suyo), “atada”.

Sorteando el revoltijo de muebles, ropa y toda clase de cosas que los intrusos tiraron al piso buscando lo que terminaron llevándose, la vecina llegó hasta donde se encontraba la víctima. Al ver en qué situación la dejaron, regresó a la vereda para pedir ayuda. Entre varios cortaron las ligaduras con cuchillos y tijeras: “Hasta el cable del teléfono le arrancaron”, aportó un vecino.

Enseguida llamaron al 911, lo que acercó a la escena a los patrulleros y una ambulancia que revisó a Juana. “Más allá de la conmoción por lo que vivió, su estado de salud general era bueno”, dijeron fuentes oficiales.

Más tarde radicó la denuncia en la comisaría Duodécima y los peritos de la Policía Científica revisaron la escena en busca de rastros. “Nunca nos pasó algo así”, dijo otra mujer que vive en el barrio. Todos pidieron anonimato. “Es tranquilo”, repiten, pero tienen miedo. Es que los ladrones siguen sueltos.

 

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