Un peine y una trompeta para preservar la memoria

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Se llamaban María Klein, Pinkus Frank, Ide Taube o Alex Sofer, aunque para el Tercer Reich alemán pasaron a ser solo Israel o Sara. Todos sobrevivieron al Holocausto y llegaron a Uruguay, donde iniciaron una nueva vida y donaron su memoria para crear el primer centro de recuerdo de la Shoá en Latinoamérica.

El inconfundible traje a rayas del campo de concentración, un peine guardado con el sueño de mostrar una imagen digna al volver a la libertad, la trompeta de un loco por la música, la muñeca de una niña e incluso el instrumental quirúrgico de un veterinario español recluido en Mauthausen, son solo algunos de los objetos personales expuestos.

El Centro Recordatorio del Holocausto, situado en la Kehilá o Comunidad Israelita del Uruguay, en Montevideo, nació en 1953 como Asociación de Sobrevivientes del Nazismo, que en 1965 abrió el museo en una ubicación diferente a la actual, adonde llegó en 1988.

El local de exposición fue reabierto en noviembre de 2019, tras más de dos años de adecuación a las nuevas tecnologías y, como explica el docente e historiador Andrés Serralta, “para cambiar el relato del museo en sí, para aprovechar el acervo y para tener un espacio que permitiera que los visitantes pudieran contextualizar”.

 

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