Los adultos mayores, más vulnerables frente al delito
Edición Impresa | 7 de Enero de 2020 | 03:41

La sucesión de delitos en nuestra zona, en perjuicio de personas mayores de edad -así, puede hablarse de asaltos, robos violentos y cuentos del tío que los tienen como blancos frecuentes- volvió a dejar evidenciado en estos días el creciente estado de indefensión de las personas mayores frente a una delincuencia que no repara en la condición de las víctimas.
En un reciente informe publicado en este diario se ofrecieron referencias elocuentes. Una de ellas señala que se registró en los últimos doce meses computados un total de 890 estafas en la provincia de Buenos Aires y en capital federal, que representaron un botín de 44,5 millones de dólares, en perjuicio de personas mayores, a las que se sumaron los robos clásicos que los tienen como víctimas en calles y domicilios.
En cuanto a esta última clase de delitos, que se viene concretando con mayores niveles de violencia, el tema ganó especial relevancia la semana pasada, después de que un jubilado fuera asesinado en el barrio Hipódromo, en el marco de un robo, la noche de Año Nuevo.
Con la sociedad todavía conmovida por un hecho tan lamentable y frente al crecimiento del número de adultos que viven solos, de la mano del aumento de la expectativa vital y de la calidad de vida en la tercera y la cuarta edad, la vulnerabilidad de los mayores frente al delito es un tema que preocupa cada vez más.
Cabe recordar que años atrás, a partir de una iniciativa del Instituto de Previsión Social bonaerense, se puso en marcha en La Plata, Berisso y Ensenada un ciclo de charlas preventivas en materia de seguridad orientadas a los adultos mayores, en un programa que luego continuaría en distintos puntos de la Provincia.
En ese ciclo se brindaron recomendaciones y enumeraron casos concretos en los que los adultos mayores suelen ser víctimas de delincuentes. En tal sentido, se detalló que la idea fue que el contenido de estas jornadas fuera replicado a amigos, familiares y en los centros de jubilados en los que participan quienes asistían a esas charlas.
Corresponde aguardar en que las autoridades intensifiquen estas y otras campañas destinadas a inculcar advertencias a las personas mayores, destinadas a prevenirlas sobre los diversos peligros que corren.
Por cierto que, como se dijo, la primera obligación del Estado es ofrecer seguridad por igual a toda la población. Y en esa inteligencia, es importante que las fuerzas policiales y la propia comunidad no se acostumbren o resignen frente a la sucesión de delitos, como si lo natural fuera vivir con miedo y expuestos a cualquier cosa en cualquier momento. Lo cierto es que la inseguridad se ha enquistado en la vida cotidiana, al punto de que ni siquiera generan sorpresa los hechos que se producen día a día.
Pero no cabe la resignación. Alternativas como, por caso, la de revisar los mecanismos y trámites de pago de haberes a jubilados, de modo que no queden tan expuestos a los delincuentes, debieran ser analizadas entre otras acciones que podrían encararse para evitar que las personas de mayor edad se encuentren, como ocurre ahora, desamparadas frente a delincuentes que no reparan en atacarlos con salvajismo para robarlos.
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