Buscan a los delincuentes de las balas de punta azul, que metieron miedo en City Bell

Eran cuatro. Redujeron a dos amigas para robarles dinero y pertenencias. Se les escapó un tiro y perdieron un cargador muy particular

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Las entraderas siguen causando estragos en La Plata, en especial en la zona Norte, sin que a esta altura importen la cantidad de recaudos o medidas de seguridad que adopten los vecinos.

Aunque recién trascendió en las últimas horas, días atrás ocurrió una sumamente violenta en una finca de City Bell, donde una banda redujo a dos amigas, se ocupó de revolver cada rincón hasta encontrar plata y elementos de valor y se fue después de que sonó un disparo que, de pura suerte, no lastimó a nadie. Dejaron en la escena un cargador con balas de punta azul que algunos llaman “mata policías” desde la certeza de que “perforan los chalecos antibala”, aunque no son pocos los que repiten hasta el cansancio que no son más que proyectiles de plomo desnudo a los que les hacen una cobertura de pintura azul “para que no se dañe tanto el arma”.

Lo que ninguna de las víctimas discute es que el “olvido” del cargador no fue más que un “accidente” que sufrió el más inexperto de los asaltantes que hace casi dos semanas irrumpieron en una vivienda de 461 y 21a, después de pasar un par de veces por el frente para chequear que no hubiera riesgos.

a patadas

Sucedió el sábado 19 de septiembre, cuando la dueña de la casa conversaba en la puerta con una amiga y la brusca frenada de un auto de color blanco las dejó sin palabras y casi sin reacción.

“Mi amiga atinó a cerrar la puerta”, contó Gloria, la propietaria, pero eso no evitó que los delincuentes arremetieran contra ella. Estaban decididos a entrar. Y lo hicieron a las patadas. Del coche bajaron tres, todos con armas, quedando al volante uno más, para hacer las veces de campana y garantizar una fuga sin demoras.

“Rompieron la cerradura de la puerta- recordó Gloria- y enseguida nos tiraron al piso”, para ejecutar luego el rol que le tocó a cada uno. Mientras alguien le apuntaba a la dueña de casa otro cuidó que su amiga no intentara nada raro y el tercero se dedicó a revolver todos los ambientes.

Éste, dijo Gloria, era el menos experto de los tres, al menos en el uso de las armas.

Contó la mujer que en la faena de dar vuelta los cajones y revisar potenciales escondites de dinero, al muchacho se le escapó un tiro que perforó un mueble, con agujero de entrada y de salida.

En medio de tanta tensión Gloria les sugirió a los intrusos que apuraran el escape porque “estaba por llegar mi marido y no quería que esto fuera más caótico todavía”. Encima, el que estaba en el auto empezó a ponerse nervioso por el tiempo que demoraban sus compinches y la detonación de la bala, que se escuchó con claridad desde la calle. ¿Cuánto tiempo más pasaría antes de que algún vecino notara movimientos raros y decidiera llamar a la policía?.

“Tocaba bocina”, apuntó Gloria, reconociendo que esta actitud del cuarto hombre apuró el final del asalto, tornándolo más improvisado de lo previsto.

Con tanto sobresalto salieron de la escena, que al mismo que hizo el disparo se le cayó el cargador de la pistola justo antes de subir al auto. Así supieron las víctimas y la policía que tenían balas de punta azul, “de las que atraviesan chalecos de policía”, sumó la mujer. Los delincuentes se llevaron dinero en pesos y dólares por una suma que no trascendió, y pertenencias de valor. Las imágenes de las cámaras de seguridad, el cargador que perdieron y el auto en el que se movían podrían ayudar a identificarlos.

Las cámaras filmaron el auto de los ladrones, blanco y con vidrios polarizados

 

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