“A imagen y semejanza”: un ensayo artesanal sobre la copia y la conservación
Edición Impresa | 16 de Octubre de 2020 | 05:39

“La copia es perfecta e inalterable, mientras que el original es víctima del tiempo y de la realidad”: la reflexión se escucha en uno de los tantos museos retratados por la cineasta argentino-británica Jessica Sarah Rinland en “A imagen y semejanza”, ensayo documental protagonizado por un colmillo de elefante, en torno al cual se tejen silenciosas reflexiones sobre la copia, la conservación museística y ecológica y las instituciones.
El trabajo, que se mostrará hoy y mañana en el marco de la competencia de largometrajes argentinos del FestiFreak, comenzó, como suele ocurrir, con un relato que escuchó la realizadora de parte de un amigo que trabajaba en el Victoria & Albert Museum: “Me contó que escuchó una conversación sobre un placard lleno de marfil. Es un museo de arte, por lo cual me pareció raro”.
Rinlando inició entonces sus indagaciones, y “me explicaron que el marfil entraba ilegalmente, la aduana lo confiscaba y lo donaban a museos que lo utilizaban para restaurar piezas que tuvieran marfil”.
“Pero seguí investigando, viendo trabajar a conservadores de varios museos”, cuenta la directora, “y los veía crear réplicas, que es una forma de conservación: empecé a darme cuenta que la cercanía que el conservador tiene con un objeto es superior a la de cualquier otra persona, tienen que estudiarlo muy de cerca para replicarlo. Y no solo replican un objeto: replican los gestos, los movimientos, que hizo el artista original”.
De familia materna platense, Rinland, que ha mostrado su trabajo en galerías, cines, festivales y universidades de Nueva York a Rotterdam, se interesó entonces por retratar ese íntimo proceso. Su cámara entonces se centró en las manos trabajando los materiales, buscando “replicar lo que están haciendo los conservadores, y darlo vuelta también”, en un trabajo de orfebrería fílmica que replica los gestos de conservadores, mientras ellos replican objetos en grandes museos y humildes talleres, desde el de la Amazonia en Manaos hasta el de Arqueología y Etnología de la Universidad de San Pablo, desde el de Historia Natural de Londres hasta el British Museum, mostrando además las redes de intercambio y conocimiento puestas al servicio de la conservación.
Ganadora de premios en todo el mundo por sus cortometrajes, Rinland merodea en su primer largometraje estos espacios, mira, estudia, y reflexiona, merodea también entre ideas, utilizando herramientas que exceden al cine: la cineasta es además performer y fotógrafa, y su lenguaje escapa a los márgenes convencionales, se nutre de del documental, de la instalación, del ensayo.
SOLO PRIMEROS PLANOS
Todo esto se ofrece al espectador sin explicaciones. No hay carteles que indiquen qué museo se habita en una escena, no hay voces en off que comenten los procesos paso a paso. El efecto de hipnosis causado por ese minucioso trabajo no tarda en entrar en efecto. Al respecto, Rinland comenta que “no uso tomas que muestran en qué país o en que museo están, son todos primeros planos, porque quería tratar la idea sobre lo universal que es la conservación”.
En el camino, la cineasta se implicó en el proceso, aprendiendo algunas técnicas que aparecen retratadas en el filme, “aunque yo no conocía bien cómo hacer una réplica en arcilla de un colmillo: el cine se presta a esa ficción, usé las tomas donde me salió bien, por ejemplo”, lanza la directora. Su investigación, aprendizajes, viajes e ideas en torno al proceso dieron como resultado tres proyectos: la película, por un lado, y el colmillo de cerámica, por otro; pero, además, la cineasta escribió un libro sobre el proceso, donde, explica, cada capítulo retrata un momento en la fabricación del colmillo, pero “uso ese proceso para hablar de distintas cosas”. Al hablar del marfil, habla de la caza de elefantes; al hablar de la impresión en 3D, habla de las nuevas tecnologías puestas al servicio de la conservación; en el último capítulo, explica “que la réplica se dona de vuelta al Museo de Ciencias Naturales que tiene el original: en esa parte hablo mucho de lo privado y lo público en un museo nacional, del valor y acceso a estos museos”.
“Me interesa que la película sea también una forma de conservar el tiempo”
Jessica Sarah Rinland,
directora de “A imagen y semejanza”
Tres objetos, película, colmillo y libro, que conservan, atrapan lo que se escapa inexorablemente con el tiempo. En ese sentido, reflexiona la cineasta, “me interesa que la película sea también una forma de conservar el tiempo”.
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