Francisco: “Sé lo que sienten los enfermos de coronavirus que batallan por respirar”

El Papa cuenta su operación de pulmón y los meses al borde de la muerte, así como momentos de soledad en el libro “Soñemos juntos”

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CIUDAD DEL VATICANO

“Sé por experiencia cómo se sienten los pacientes con coronavirus cuando luchan por respirar en un respirador”, explica Francisco en un nuevo libro en el que relata su experiencia cuando le extirparon parte de un pulmón y otros momentos de su vida en los que se sintió aislado.

El Papa argentino cuenta tres momentos de soledad de su vida para acercarse a los enfermos y a la gente en general durante esta pandemia, en el libro “Soñemos juntos” que se publicará en varios idiomas, entre ellos el español, a principios de diciembre.

En mi vida he tenido tres situaciones “COVID”: la enfermedad, Alemania y Córdoba, relata el Papa.

“Cuando contraje una enfermedad grave a la edad de 21 años, tuve mi primera experiencia del límite, del dolor y de la soledad. Cambió mis coordenadas. Durante meses no supe quién era, si moriría o viviría. Ni siquiera los médicos sabían si lo lograría. Recuerdo que un día le pedí a mi madre, abrazándola, que me dijera si iba a morir. Yo estaba asistiendo al segundo año del seminario diocesano en Buenos Aires”, detalla Francisco que, por primera vez, describe de manera muy personal estos momentos.

El Papa escribe:” Recuerdo la fecha: era el 13 de agosto de 1957. Fue un prefecto quien me llevó al hospital, al darse cuenta de que no tenía el tipo de gripe que se trata con aspirina. Primero me sacaron un litro y medio de agua del pulmón, luego estuve luchando entre la vida y la muerte. En noviembre, me operaron para quitarme el lóbulo superior derecho del pulmón”.

EL EXILIO ALEMÁN

Francisco define su estancia en Alemania, en 1986, como el “COVID del exilio”. “Fue un exilio voluntario, porque fui allí a estudiar el idioma y a buscar el material para concluir mi tesis, pero siempre me sentí como un pez fuera del agua, ajeno al resto”.

El tercer COVID fue cuando lo enviaron a Córdoba de 1990 a 1992 como provincial de los jesuitas y luego como rector. El Papa escribe: “Un año, diez meses y trece días pasé en esa residencia jesuita. Celebré la misa, me confesé y ofrecí dirección espiritual, pero nunca salí, excepto cuando tuve que ir a la oficina de correos, era una especie de cuarentena, como nos ha pasado en los últimos meses, y me hizo bien. Me llevó a madurar ideas: escribí y recé mucho”. (EFE)

 

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