En un clima tenso, vecinos de la zona Norte llevaron sus reclamos a la comisaría

Son de Villa Elisa, El Rincón y Arturo Seguí. Aseguran que los hechos delictivos no cesan y que falta respuesta policial y municipal

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En la plaza “Luis Castells”, sobre la esquina que da a 6 y 49, un grupo de 20 vecinos se juntaron para dialogar entre ellos sobre la situación de creciente inseguridad que se vive en un amplio sector de la zona norte platense. Representantes de El Rincón, Villa Elisa y Arturo Seguí relataron entre ellos los robos de los que habían sido víctimas o el caso de algún conocido que recibió la visita de ladrones en su casa.

Los hechos que más se repitieron fueron las entraderas, los escruches y el ataque de motochorros, una modalidad que se replica en toda la Región. Aunque no estaban allí solo para hablar: Anabella, que fue erigida como la vocera del grupo, tenía en sus manos una nota firmada para entregarle al titular de la comisaría decimosegunda, Miguel Martínez. Otra copia iba a ser extendida a la Delegación Municipal de Villa Elisa.

Adentro de la seccional el ambiente se puso tenso, los reclamos eran muchos y las respuestas de las autoridades fueron insatisfactorias. El responsable de la dependencia no quiso salir a escuchar al resto de los presentes y se mostró reluctante a la hora de firmar el acuse de recibo del petitorio. Mientras tanto, afuera la gente esperaba con ansias una contestación que trajera tranquilidad, algo que “nunca ocurrió”, según le dijeron a EL DIA.

“ESTAMOS A LA BUENA DE NADIE”

“Tengo 33 años y todos los viví en Villa Elisa. La única vez que me robaron la bicicleta de la puerta de mi casa, agarré la moto y los fui a buscar y me la traje de vuelta. Sabíamos que los ladrones eran de Arturo Seguí y que tenían tres salidas: la cerámica, Arana o el Rancho Grande. Ahí los esperamos”, contó Anabella.

Respecto a la reunión, explicó que “nos auto convocamos porque vemos una ausencia de la Policía y de la Delegación. No tenemos luminarias en los barrios, llamamos a la Municipalidad para hacer el reclamo y ellos te contestan con un mail diciendo que está resuelto, cuando no es así”. Esa circunstancia, agregó, “vuelve oscuras las calles y entonces se llenan de delincuentes que aprovechan la noche”.

No obstante, aclaró que “los robos son a toda hora. El miércoles pasado, a las cinco de la tarde, dos motochorros entraron a la casa de mi vecina (en la zona de 134 y 426), la tuvieron dos horas encerrada y le saquearon lo que tenía”.

Más tarde, ese mismo día, en 425 entre 134 y 135, “volvieron a meterse en otra casa, los mismos tipos”, señaló.

Para la mujer, “toda esta parte de La Plata se volvió tierra de nadie en todo momento, a la mañana, a la tarde o a la noche, se vive con miedo”. Asimismo, sostuvo que “los delincuentes no duermen y acá el gran problema son las motos. Tenemos un kiosco a la vuelta, a los clientes los asaltan todo el tiempo y después se escapan por un campo de 15 hectáreas donde no los agarran más”.

Luego, insistió en que “el problema más grande son los motochorros. Vemos patrulleros, pero no operativos o rastrillajes que paren a los sospechosos que andan en moto”.

Por otra parte, Anabella refirió que “en lo que va del año cambiaron a tres delegados, eso nos perjudica. Porque traen gente nueva que no es de Villa Elisa, no conoce el territorio, y hay que volverle a explicar todo de nuevo”.

Fernando, de 139 entre 411 y 413, relató que 15 días atrás su familia fue sorprendida por dos sujetos armados en un atraco que los dejó “con mucho miedo” y que también se repitió en otros inmuebles del área. “Yo volví de trabajar a eso de las 20.20 y hacía cinco minutos que los chorros se habían ido. Cortaron un alambrado e ingresaron por la puerta que da al fondo”, recordó.

Una vez dentro abordaron a su esposa, “le pusieron un revólver en la cabeza y la maniataron con precintos”, indicó. Lo mismo hicieron con sus hijas menores. “Querían ‘la plata, el dinero grande’, estuvieron unos pocos minutos y se fueron” con el efectivo que encontraron, añadió. Afuera los esperaba un tercer cómplice en auto, al que llamaron por teléfono cuando ya habían terminado la faena.

Su caso no es el único. “La misma Policía nos contó que hubo otros, por lo menos cuatro o cinco en el último mes y con la misma metodología. Son pibes jóvenes, de entre 25 y 30 años”, destacó.

Por último, reclamó que “cuando oscurece nos sentimos completamente desamparados, no hay prevención, que es lo más importante”.

 

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