El doping fue el único “adversario” al que Diego le costó gambetear

El primero de los casos se dio jugando en el Nápoli, en 1991. Y el segundo, en 1994, en el Mundial que se realizó en Estados Unidos

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Diego Maradona y el doping fueron adversarios, “jugaron” en diferentes equipos, pero en esa lucha al “mejor de todos” le tocó perder dos veces y, aunque reconoció en el día de su despedida que “pagó” por esas derrotas, ni él ni la pelota terminaron manchándose.

Diego disputó dos “partidos” contra el doping, el primero el 17 de marzo de 1991, cuando, jugando por Napoli en un encuentro ante Bari, que su equipo ganó por 1 a 0, le detectaron un control positivo por el que la justicia deportiva italiana descargó sobre él toda su severidad, suspendiéndolo por 15 meses.

La rehabilitación le llegaría después de la mano de Carlos Bilardo, que se lo llevó a Sevilla, de España, para devolverlo al fútbol en 1992. Pero dos años más tarde ese rival sin piernas se las volvería a cortar en el Mundial de Estados Unidos, vistiendo la camiseta argentina.

Ese doping positivo de Diego en el Mundial de Estados Unidos 1994 dejó tela para cortar desde todos los bordes habidos y por haber, pero el abordaje de la noticia periodística en sí misma tuvo vericuetos que quedaron sumergidos en el tiempo. En aquel caluroso mes de junio de 1994 en la ciudad estadounidense de Dallas, se conoció que el control realizado a Maradona en el partido que tres días antes le había ganado a Nigeria 2 a 1, en Boston, había dado positivo, en el episodio más doloroso que sufrió un futbolista argentino en la historia.

Un teléfono sonó a las 3.30 de la madrugada estadounidense del 29 de junio. “Hola, disculpá la hora, pero te hago una pregunta: si a un jugador le da un doping positivo, al equipo lo sacan del Mundial?”.

Esa pregunta formulada desde el interior de la concentración argentina, tuvo como respuesta un “no, solamente sancionan al jugador. Ni siquiera pierde los puntos del partido que jugó”.

El seleccionado se encontraba en Dallas para jugar el 30 de junio ante Bulgaria, cerrando el Grupo D con la tranquilidad de ya haberse clasificado a los octavos de final después de ganarle en el debut a Grecia por 4 a 0, con el último gol de Maradona en Copas del Mundo, y el mencionado éxito posterior sobre los nigerianos.

Los tantos se empezaron a aclarar a la mañana siguiente en el centro de prensa de Dallas, que era el principal del Mundial, porque allí estaba instalado su jefe principal, un italiano que iba a ser clave en esta historia pocas horas después.

Después del anuncio del partido de rigor y algunas otras cuestiones, el lugar se fue despoblando lentamente.

En eso andaba el argentino cuando se le acercó uno de los españoles, le miró la credencial y le espetó: “menudo problema tenéis con el doping positivo, eh. Pero dime, quienes fueron al control en el partido con Nigeria? La respuesta, previo pedido de intercambio de información (”a nosotros nos lo dijo nuestro corresponsal en la sede de FIFA, en Zúrich”, aclaró), fue “Sergio Vázquez y Maradona. A Vázquez le venían aplicando corticoides por una lesión en la rodilla derecha”.

“Bueno, entonces debe ser él. Nosotros tenemos que salir con la información ahora, porque por la diferencia horaria con España, ya estamos sobre el cierre”, explicó el enviado español. Esa noche los españoles “dieron” el “positivo” del ex defensor de Ferro, Racing, Central y Banfield.

“Si me esperas media hora te confirmo quien es”, dijo el italiano en un correcto español. Y pasados esos 30 minutos en que los dos periodistas parecían estar en la sala de espera de un hospital, esperando el desenlace de una operación a un ser querido, se abrió la puerta de la oficina principal de prensa y lo que ya se habían empezado a imaginar se ratificó: “el positivo es de Maradona”.

 

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