Pensando una nueva universidad
Edición Impresa | 27 de Noviembre de 2020 | 03:52

Miguel Gonzales Andía
miguel.gonzalesandia@ucalp.edu.ar
La situación sanitaria mundial nos interpela desde distintas perspectivas. Como individuos, como sociedad, como comunidad universitaria.
La universidad no puede estar ajena a ello.
La irrupción de la pandemia ha implicado para las Casas de Altos Estudios, la necesidad de impartir masivamente a distancia clases, cumplimentar evaluaciones, continuar las tareas administrativas.
Esta situación ha requerido de capacitaciones para docentes, equipos de gestión, personal de administración y alumnos. Así, es necesario replantearse esquemas de aprendizaje, herramientas pedagógicas, modalidades de relación.
Ha llegado un nuevo desafío que nos exige creatividad y flexibilidad en esta verdadera transición organizacional. Esta novísima dinámica requiere de una actitud innovadora audaz, con proyección temporal, alejada de toda concepción eventual y coyuntural. Actitud que permita incorporar los adelantos tecnológicos que conllevan la virtualidad conforme las características propias de cada institución y de las carreras a dictar en ellas, desde la perspectiva del enriquecimiento de los saberes a desarrollar. Nada reemplaza a la presencialidad, a su inmediatez, a interactuar directamente con nuestro interlocutor.
Pero sin dudas, las modalidades de dictado en el futuro no prescindan ni deban hacerlo, ya de la virtualidad. Ambas modalidades se complementarán y enriquecerán recíprocamente.
La universidad esencialmente es herramienta de transformación en el proceso educativo y su aporte es tangible en el mundo de la cultura. Ella debe ser plataforma e impulsora de la verdad a través del saber riguroso con perspectiva de valores, evitando caer en falsos profesionalismos que opaquen y desnaturalicen el rol del profesional como agente de cambio social.
Necesitamos impulsar una educación universitaria de calidad, transformadora, integradora e inclusiva. Pero ello no obsta a la búsqueda de la excelencia a través del cumplimiento y superación de los estándares exigidos para cada carrera.
De esa manera, se promoverá una perspectiva de conciencia crítica respecto de las diferentes formas de poder político, económico y cultural. Este camino de transformación no puede transitarse sin una sinergia entre contenidos, aplicación y modalidades. Es la hora de innovar para renovar la universidad a través de las nuevas tecnologías, como vehículo apto e imprescindible en el proceso de adquisición y perfeccionamiento de capacidades y habilidades de los futuros profesionales.
Es menester también innovar para transformar y renovar procesos y estrategias pedagógicas. Para ello, deben plantearse y ejecutarse Políticas de Estado sustentables, que dejando de lado toda cuestión agonal articulen y armonicen estos parámetros bajo una línea directriz que aúne las potencialidades de la educación pública y la privada, no como cotos endogámicos sino como la fuente común en donde abreven los nuevos diseños educativos.
Dos documentos extraordinarios como las Const. Apostólica Ex Corde Ecclesiae y Veritatis Gaudium proporcionan conceptos de absoluta profundidad y universalidad al respecto en su letra y espíritu. Conciben a la universidad como creadora de cultura, como centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el beneficio de la humanidad.
Definitivamente una mejor educación universitaria será tal, no solo cuando se traduzca en obtener profesionales de excelencia, sino cuando forme personas íntegras, éticas y solidarias, comprometidas con las necesidades sociales, con su rol ciudadano y como promotores y garantes del bien común.
* Dr. en Ciencias Jurídicas. Decano de la Facultad de Derecho y Cs. Políticas UCALP
“Nada reemplaza a la presencialidad, a su inmediatez, a interactuar directamente con nuestro interlocutor”
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