Un protagonista invisible que está en cada momento de la historia

Edición Impresa

Federico Kukso *

Tenemos una relación casi desodorizada con la historia. Cuando leemos sobre los grandes personajes no nos describen sus olores personales, sus hábitos de higiene, los olores de las comidas. Y todos sabemos que los olores nos permean, nos afectan, nos incitan a comer, incitan nuestras relaciones, nos ponen alegres, nos ponen tristes.

Estudiar los olores te permite poner una lupa sobre ciertos momentos de la historia y ver cómo fueron cambiando hábitos de higiene, sanitarios, científicos, cómo ciertas ideas se descartaron.

Detrás de cada olor, que para nosotros es algo tan común, hay una historia. Un olor que quizás para nuestra cultura es agradable, para otra no lo es. Estamos mediados por nuestra cultura, que determina qué olores son ricos, qué olores son feos, y vivimos en una época, el siglo XXI, donde ya la palabra olor está cargada de negatividad.

Cuando uno en una reunión dice ‘hay olor’, en verdad lo que está diciendo es ‘hay mal olor’. Vivimos una época en la que los olores están siendo perseguidos, silenciados. Cada vez que uno sale de la casa para hacer algo social hace algo tan antinatural como levantar el brazo y rociarse micropartículas de aluminio, que es lo que es el antitranspirante.

El olor, algo tan invisible, tan poco tenido en cuenta, es en verdad un protagonista que está en cada momento de la historia.

(*) Periodista, escritor. Autor de “Odorama. Historia cultural del olor”

 

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