Dos hombres baleados al resistirse en un asalto a una metalera

Fue en 520, 144 y 145. El dueño y un empleado forcejearon con los ladrones y recibieron tres tiros. Están fuera de peligro. Un delincuente también estaría herido

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Los comerciantes de la cuadra de 520 entre 144 y 145 coinciden en que ese sector particular de San Carlos todavía no fue alcanzado de lleno por la ola delictiva que azota a la Región. Precavidos, instalaron una alarma vecinal que hasta el día de hoy no fue activada.

Ayer por la tarde, algunos de ellos no estaban enterados del sangriento pero trunco asalto a mano armada que sufrieron Adriel (23) y su empleado Facundo (25) en “La Nueva Metalera”, una casa de compra y venta de metales situada sobre el lado par de la avenida.

“Supimos que les robaron y no mucho más, nos sorprendió porque es una zona tranquila”, le dijo el encargado de una pollería que funciona a pocos metros del negocio atacado.

Horas antes, en el local se había producido una balacera de al menos siete tiros que dejó a los dos trabajadores heridos y, presuntamente, también a uno de los delincuentes que debieron escapar de la escena con las manos vacías.

En medio de ese episodio violento subyacen dos cuestiones. La primera es que los ladrones contaban con el necesario dato de que a esa hora de la mañana el dinero estaba en el lugar. “El resto del día no hay nada, apenas el cambio de la caja registradora”, explicó un allegado.

La segunda conjetura tiene que ver con la actuación de los jóvenes malvivientes, a quienes calificaron de “inexpertos”. Ambos portaban pistolas y “no supieron reducir a dos hombres desarmados”.

ENTE MARTILLAZOS Y DISPAROS

“Fue una locura, a las nueve de la mañana a los tiros”. Adrián vive arriba del comercio y fue quien asistió a las víctimas una vez que pudo comprender lo que había sucedido. Alcanzó a ver a los autores del hecho en plena fuga, en dirección a 145. Uno cargaba al otro, que caminaba con dificultad.

“Fue 8.40 (la metalera abre a las 8), porque cinco minutos antes me sonó la alarma y no llegué ni a poner el agua para el mate”, detalló. En ese preciso instante escuchó un estruendo que confundió con un mazazo o la caída de algún metal pesado al suelo, algo que sucede con frecuencia. No fue hasta que escuchó la rápida sucesión de detonaciones -un ruido “homogéneo”, explicaría él mismo- que se percató de que el sonido traía malos augurios. Entonces se asomó a la venta y vio a los dos desconocidos que parecían huir. En ese momento Adrián pensó que “se estaban peleando, porque iban como chocándose uno al otro”.

Los asaltantes huyeron sin llevarse la plata que estaba en un maletín. Uno estaría baleado

 

Luego conocería el motivo por el cual andaban con el paso extraño. Sin perder tiempo bajó las escaleras y cuando salió a la vereda se encontró con una escena particular: “Adriel estaba en cueros hablando por teléfono con el padre, muy alterado, y se agarraba acá”, explicó mientras señalaba hacia la parte derecha entre el abdomen y la espalda.

En la calle “no había nadie”. Adrián le preguntó al joven qué había pasado y éste le respondió “me pegaron un tiro, me pesa, me duele”.

Facundo, en tanto, estaba tirado sobre un montículo de chatarra, boca abajo, con dos tiros en los glúteos. Después de chequear que los dos damnificados estuvieran conscientes, fue hasta su casa a buscar “una Coca y unos turrones, por las dudas de que les bajara el azúcar y se me desmayaran”.

Además, llamó a la Policía y le pidió a su novia que pidiera una ambulancia. El patrullero y el móvil de asistencia médica “llegaron bastante rápido y estuvieron muy macanudos”, afirmó.

Los heridos fueron trasladados al hospital Alejandro Korn, de Melchor Romero, y se encuentran fuera de peligro según informaron fuentes oficiales.

La Científica arribó poco después y peritó el local. Voceros apuntaron que hubo siete tiros. En ese interín, Adrián se enteró de lo que había sucedido. “Entraron los dos pibes, tendrían entre 25 y 30 años como mucho, sacaron las armas y le pidieron a Adriel que les diera la plata” que tenía en un maletín para comprar mercadería, refirió. Los dos tenían gorras con visera y uno una campera deportiva gris.

El propietario se resistió, forcejeó con uno de los asaltantes y en esa lucha se habría disparado el proyectil que hirió al último. No está claro si el resto de las descargas ocurrieron en esa trifulca, antes o para cubrir la fuga.

Lo cierto es que, asustado, el cómplice -siempre conforme a lo relatado por las víctimas- huyó, pero segundos después retornó a buscar al caído.

Ahora las autoridades analizan las cámaras de seguridad de la zona -particulares y municipales- para determinar de dónde vinieron y en qué dirección escaparon.

En el caso interviene la UFI N° 7, a cargo de la fiscal Virginia Bravo.

 

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